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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Algunos sillones mecíanse solos, como si quisieran juguetear entre ellos al verse sin ocupación; las mesas, abandonadas, crujían ladeándose lo mismo que en las evocaciones de espíritus. Sólo quedaba en las ventanas un débil resplandor lívido: la luz eléctrica descendía conquistadora de los techos, invadiendo hasta los últimos rincones.

Aquel maleconcito de morrillos, diminuto como es, tiene, con todo, demasiado espacio. Vi en él algunas barcas abandonadas, inútiles. Hoy día la pesca hase vuelto estéril, pues el pescado huye. Etretat languidece, perece, junto á Dieppe macilento.

La oposicion misma de las inclinaciones buenas á las malas; deja de ser saludable, cuando en ella no preside como señora la razon; porque las inclinaciones buenas no son buenas sino en cuanto la razon las dirige y modera: abandonadas á mismas, se exageran, se hacen malas.

En completa reducción, y estando las islas al mando de Madrazo, llegó el siglo XVIII, á cuyos principios se aumentaron escuelas, se perfeccionaron las obras de las iglesias, se levantaron almacenes, se abrieron caminos y se ultimaron cuantas construcciones habían estado abandonadas por efecto de la guerra.

Á las naves bien artilladas no osaron los turcos, contentándose con las que en aquel desorden les eran abandonadas, acreditando la experiencia la razón con que algunos jefes habían sostenido en el Consejo que en la unión de las fuerzas cristianas consistía su salvación.

Creía aún sentir el estremecimiento que le producía el suave tintineo de las llaves, abandonadas con la confianza de una autoridad sin límites en la cerraja de un mueble antiguo donde guardaba Doña Bernarda sus ahorros. Así ocultó con mano trémula en sus bolsillos todos los billetes guardados en los pequeños cajones. Temblaba de emoción al consumar el acto audaz.

Inmediato al Paraná, en una y otra banda, cerca de los pueblos de Candelaria y Santa Ana, hay minas de exquisito cobre; pero, aunque se trabajaron después de la expulsión, fueron abandonadas, porque no alcanzaban las utilidades a sufragar los costos; y aunque se asegura que las hay de azogue y de otros metales, hasta ahora no he visto prueba que me convenza de su existencia.

Baste decir que al día siguiente andaban fugitivos y aterrados por todo el territorio de la República los hombres, que horas antes se creían eternamente superiores. Era tal el terror infundido por los «rayos negros», que todo el que tenía armas se apresuraba á dejarlas abandonadas en medio de los campos. Los padres y los maridos miraron con nuevos ojos á las mujeres dentro de sus casas.

Los niños de las Claverías y las mujeres estaban abajo, contemplando el Monumento. Las habitaciones parecían abandonadas. Gabriel vio pasar por frente a la ventana a su hermano, que al momento apareció en la puerta. ¿Qué quieres, Gabrielillo? ¿Qué te pasa? La tía me ha alarmado con el recadito. ¿Es que estás peor? Siéntate, Esteban. Estoy bien; tranquilízate....

En un instante se formó ese vacío trágico que se extiende entre los que huyen y los que pegan, viéndose en el suelo gorras abandonadas y el negro bulto de un hombre caído intentando incorporarse sobre las manos, con la frente roja. Las mujeres eran las que menos corrían. Algunas deteníanse con los brazos en jarras, soltando por la boca todas las injurias de su exaltada imaginación.

Palabra del Dia

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