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Actualizado: 15 de junio de 2025
No se ha perdido mucho respondió la otra; una morenilla bastante fresca. Con todo, caballero, la muerte es siempre alguna cosa, ¿no es verdad? Creí que debía apoyar ese sencillo sentimiento y añadí que aquella muerte era triste a causa de los niños. ¡Bah! Para el socorro y los buenos consejos que les daba respondió la morena, puede que sea mejor que esté donde está.
¡Oh! le respondí , y con mayores creces de las que usted pudo esperar... Pero dígame usted, Neluco añadí arrimándome más a él , este hombre, por sus prendas excepcionales de carácter y de saber, gozará de un gran prestigio y merecerá el respeto de todos, no solamente en su valle, sino en la provincia entera. Sonrióse Neluco amargamente, y me replicó: ¿Prestigio... respeto, dice usted?
Así lo espero respondí faltando a la verdad de lo que pensaba . Y diga usted añadí apuntando al mismo tiempo con el dedo hacia allá , ¿qué significa aquella mancha verde en que ya me había fijado yo antes que usted me la mencionara? ¡Oh! contestóme alzando los dos brazos a un tiempo , ¡eso es la gran riqueza del lugar, amigo!
-Los dos se comprometieron a obedecerme ciegamente. Al otro día le hablé al capataz. Le dije que, efectivamente, habíamos estado en un pontón presos por cuestiones políticas; que habíamos visto rondando la finca a uno de la policía inglesa, y que teníamos que marcharnos. Añadí que estábamos muy contentos de su acogida y que le suplicábamos que, si le preguntaban algo de nosotros, no dijera nada.
¿Por quién me tenéis? dije al cocinero mayor fingiéndome gravemente ofendida, á pesar de que tenía una viva curiosidad por saber quién era aquella persona ; ¡ea! añadí: idos de mi casa, si no queréis que os haga echar á palos.
Por favor, déjeme usted toda la responsabilidad de lo que ha pasado dije con voz poco segura. Así como ignoraba lo que era una decepción, no sabía hasta donde podía ir la joven hipnotizada por el deseo de casarse... Ahora lo sé añadí temblando ligeramente; la cosa hace poco honor a la sociedad...
No añadí, moviendo la cabeza, existen ciertos obstáculos que deben impedirle poder amarme, la diferencia de nuestras edades, de posición y todo lo demás. ¡Ah! está usted completamente equivocado exclamó la viuda, con toda franqueza.
¡Ay, señor! me respondió sollozando ; aunque no lo hubiera estau entoncis, que bien lo estuve, ¡he tenío tantos motivos pa estarlu dimpués acá! Corriente añadí . Pero ¿de dónde venía... y para qué... y por qué?
Yo no había leído el tal libro; pero supuse que sería un libro de devoción como otros tantos. ¿Y qué más? añadí. La Biblia. ¡Habrás leído, pues, el Cantar de los cantares! Amparo me miró profundamente y se ruborizó, lo que demostraba que había leído aquel libro, que tenía talento y que había comprendido la intención de mi pregunta.
Le expliqué que el estado de su padre no tenía nada de alarmante, puesto que sus crisis dolorosas le privaban de movimiento sin poner en peligro su vida. Añadí que tenía el encargo de llevarla a su lado y que debía preparar su viaje lo más pronto que le fuese posible. La joven me escuchaba inmóvil, sin responder ni manifestar aprobación o disgusto.
Palabra del Dia
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