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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Troncháronse las ramas de los matorrales abriendo paso a dos hombres encorvados. Los perros de las cuadrillas frotáronse un instante con otros perros salidos de la espesura. Los hombres pasaron junto al Mosco. ¿Qué lleváis cogido? preguntó éste. Nada aún: dos gazapos. Que se os dé bien la noche.
Salidos de la gruta para ir en busca de caza, arrastrábanse por entre las hierbas y raíces para sorprender su presa, y luchaban cuerpo á cuerpo con las más feroces bestias; á veces tenían que luchar con otros hombres, fuertes y ágiles como ellos; durante la noche, temiendo la sorpresa, vigilaban la entrada de la caverna, para lanzar él grito de alarma en cuanto advirtieran la presencia de un enemigo y tener tiempo suficiente para que las familias pudieran esconderse en el dédalo de las galerías superiores.
27 Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David. Ellos dicen: Sí, Señor. 29 Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. 31 Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda aquella tierra.
Porque las cañas y mis salidos huesos en toda la noche dejaron de rifar y encenderse, que con mis trabajos, males y hambre, pienso que en mi cuerpo no había libra de carne; y también, como aquel día no había comido casi nada, rabiaba de hambre, la cual con el sueño no tenía amistad.
32 Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó. 33 Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato de ellos se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó. 34 Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por las heredades.
El banderillero se asomó a una ventana, siguiendo con la vista al peón, que corría por un camino frente al cortijo, hasta llegar al lejano término del alambrado que circuía la finca. Junto a la entrada de esta valla vio un jinete empequeñecido por la distancia: un hombre y un caballo que parecían salidos de una caja de juguetes. Al poco rato volvió el jornalero, luego de hablar con el jinete.
Bautista gritaba irónicamente a cada paso: ¡Abaco el extranquero! Zalacaín pensaba en el giro que tomaría aquella guerra así iniciada y en lo que podría influir en sus amores con Catalina. Una noche de invierno marchaban tres hombres con cuatro magníficas mulas cargadas con grandes fardos. Salidos de Zaro por la tarde, se dirigían hacia los altos del monte Larrun.
Con razón le llamaban paraíso sus antiguos dueños, aquellos moros cuyos abuelos, salidos de los mágicos jardines de Bagdad y acostumbrados a los esplendores de Las mil y una noches, se extasiaron sin embargo al ver por primera vez la tierra valenciana.
Un estremecimiento de respeto, de devoción instintiva pasaba por él, haciéndole olvidar el suceso de poco antes, sumiéndolo en religiosa admiración. ¡El mar!... Pensaba, sin saber por qué, en los más remotos ascendientes de la humanidad, en los primeros hombres, miserables, apenas salidos del animalismo original, martirizados y repelidos de todas partes por una Naturaleza hostil en su exuberancia, como el cuerpo joven y vigoroso anula o aleja los parásitos que se empeñan en vivir a costa de su organismo.
Y šalidos de los Sepulchros, dešpues de šu rešurreccion, vinieron
Palabra del Dia
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