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Actualizado: 21 de junio de 2025
Luego de las corridas de Madrid debía torear en todas las plazas de España. Su apoderado estudiaba los horarios de los ferrocarriles, entregándose a interminables cálculos que habían de servir de guía a su matador. Gallardo marchaba de éxito en éxito. Nunca se había sentido tan animoso. Parecía que llevaba dentro de él una nueva fuerza.
Si lograba buen éxito, callaba y sonreía voluptuosamente, pero no volvía a acercarse al poeta aplaudido. Cuando éste se quejaba de su desvío, respondía: «Usted ya ha demostrado que tiene alas; vuele V., amigo mío, vuele V., que yo tengo que soltar a otros pobrecitos». Su vida privada ofrecía muy poco de particular.
A pesar de las consideraciones pesimistas de Torres, ella esperaba obtener algún éxito presentándose a Torquemada, y el día 31 se aventuró a ir a casa de este, paso desagradable, pero necesario, en cuyo buen resultado fiaba.
Aun las mismas almas celestiales y puras, enamoradas del amor, de la gloria y de todo lo bueno y santo, andan también enamoradas del dinero, como medio excelente de que tengan buen éxito aquellos otros enamoramientos etéreos. La generalidad de los hombres ama más el dinero que la vida.
Su obra «Las primeras armas de Fígaro», estrenada por Déjazet, fué un éxito que le valió ser llamado «el nieto de Beaumarchais». Casi al mismo tiempo triunfaba en el teatro del Palacio Real con «Gentes nerviosas», y poco después robustecía su fama con «El señor Garat», y la lindísima comedia «Patas de mosca».
Todos sus amigos, enamorados de Febe, le echan piropos, y ella predica sobre placeres con éxito favorable y no con el mal con que predicó el cristianismo cuando era Zoe. Febe, no obstante, se aburre en aquella remota población y suspira por Roma.
Nuestra obra, en vez de ser sangrienta y bárbara, habría sido piadosa, perfecta, artística ¡y de seguro que el éxito habría coronado nuestros esfuerzos!
Tal vez nuestros autores pagan el desdén del público con otro desdén equivalente o mayor, pero el desdén con el desdén no tiene tan buen éxito en literatura como en cuestión de amores. Cuando no se estudia, o se estudia poquito, nadie, a no ser un ingenio portentoso, acierta a escribir algo que sea de gusto o de provecho.
El éxito sobrepujó a la expectación, y añadióse al caso, nemine discrepante, otro tercer carácter... Sin duda era una indecencia, de cierto era un acto político y de seguro prometía ser un sainete chistosísimo. El día amaneció nublado, era el viento muy frío, y gruesos copos de nieve comenzaron a caer, entrada ya la tarde, cual espesa lluvia de jazmines.
Pero según se iban alejando amortiguábanse las amenazas del maestro. Después, cuando estaba agotada sin éxito alguno esta maniobra, iniciaban los pescozones y repelones á todo correr. ¡Lladres! ¡lladres! Y lanzándoles este insulto, les tiraban de la oreja y se alejaban trotando, para retroceder un poco más allá y repetir las mismas palabras.
Palabra del Dia
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