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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Corro más y más, y cuando volví los ojos, el águila estaba lejos, muy lejos, suspendida del aire como una mancha negra, grande como un jilguero, luego como una mariposa, después como el más pequeño insecto, y en fin, se desvaneció entre lo azul de los cielos. ¡Corre, vuela, corcel mío, el de la blanca estrella! ¡Rocas, águilas, hacedme lugar!
Al pensar en los metales, conozco que el ser metal es comun á muchas cosas que por otra parte son diferentes, como la plata, el oro, el plomo etc.; al pensar en los brutos, veo que hay algo en que convienen el camello, el águila, la serpiente, la mariposa, y todos los demas, á saber el vivir y sentir, ó el ser animales.
1 [Pon] a tu boca trompeta. [Vendrá] como águila contra la Casa del SE
Sí; me dijo que tenía que ir hasta la granja y que no podía esperar más. Ya anoche, cuando el señor doctor estaba en El Águila Negra, vino y se quedó esperando casi dos horas. ¿Y por qué no me mandó usted llamar? gritó el doctor con el tono gruñón de un anciano bonachón pero bilioso.
Se temía que el vencedor, muy respetuoso para con la propiedad particular, no lo fuese tanto con las colecciones del Estado. Por esta razón, de todos los Museos de la ciudad, sólo permanecía abierto el del señor de Sieboldt. En su calidad de oficial holandés y condecorado con la cruz del Aguila de Prusia, pensaba el coronel que nadie intentaría atacar su colección en su presencia.
12 Y toda su carne, y sus costillas, y sus manos, y sus alas, y las ruedas, lleno estaba de ojos alrededor en sus cuatro ruedas. 13 A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ¡Rueda! 14 Y cada uno tenía cuatro rostros. El primer rostro era de querubín; el segundo rostro, de hombre; el tercer rostro, de león; el cuarto rostro, de águila.
Golbasto estaba erguido entre las dos ventanas de la gran pieza, mirando al público como un águila que se prepara á levantar el vuelo. Momaren sonreía con la cabeza baja, sintiéndose encorvado prematuramente por el huracán de las alas de la gloria que iba á descender sobre él.
En vez de subir por la calle del Águila habían dado un rodeo y entraban por una de las pocas calles nuevas de Vetusta, de casas de tres pisos, iguales, cargadas de galerías con cristales de colores chillones y discordantes.
Por delante de ellos pasó en rauda y lúgubre visión toda su infancia. Su padre, alto, seco, con su gran nariz encorvada y cortante como el pico de un águila. Jamás le había visto sonreír. Sólo le hablaba para reprenderle o exigirle el cumplimiento de alguna tarea. No tenía más amigos que dos o tres clérigos, con los cuales le oía abominar del liberalismo y la impiedad moderna.
Caía sobre las ideas como un águila, las sujetaba entre sus garras, las examinaba por todas partes y sólo después que mostraba a sus oyentes todos los aspectos las dejaba escapar. Papá, ¿te parece que vayamos hoy al Retiro? No; está muy húmedo. La humedad es mala para el organismo. ¿Y por qué es mala para el organismo? Porque ataca los tejidos. ¿Y por qué ataca los tejidos?
Palabra del Dia
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