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Las mujeres a quienes venció no eran dignas de ser conquistadas: unas, porque valiendo poco le costaron mucho; otras, porque no se rindieron al galán seductor, sino a su propia desesperada lascivia; ya eran jovencillas viciosas, ex vírgenes locas; ya mal casadas, ya viudas consumidas en forzosa continencia.

Y valiendo, todo era lícito con tal de estar bien hecho; la grosería en las formas estaba igualmente proscrita. En el pensamiento, no tanto. Dicen los que lo conocieron, que aquello tuvo que oír... y que ver; y lo llamo aquello, porque no qué nombre darlo.

Ignoro si su trato es agradable; pero son las criaturas más antipáticas del mundo. Gastan un lujo inmoderado, y antes se sufriría que una familia pereciese de sed y de hambre, que privarlas, valiendo tan poco, de las cosas más superfluas

Esta ciñe el principio á la relacion de predicado y sujeto, y por consiguiente le encierra en el órden puramente ideal, no valiendo para el real sino por una especie de ampliacion.

También vino a colación allí lo que ya empezaba yo a echar de menos en boca de la hermana de Neluco; la tesis a que tan acostumbrado me tenían las buenas gentes de aquellos valles: si me iba gustando la tierra de mis mayores; la diferencia que hallaría entre aquellas soledades y las grandezas y diversiones a que estaría avezado en Madrid... y, por último, la lástima que sería que no tomara al valle la buena ley que él se merecía; porque, muerto don Celso, que por muerto había que darle ya, Tablanca se quedaba sin padre y sin sombra de amparo. ¡Y si supiera yo bien lo que valía esa sombra en aquel pueblo, y lo que venían valiendo otras como ella desde tiempos muy remotos!

Dignos de lástima eran aquellos dos seres, pertenecientes a la clase más numerosa y más compleja del país, por la confusión de vicios y virtudes que en ella había; pero Nazaria merecía más que su cómplice la compasión, porque valía un poco más, valiendo muy poco.

En dándole dinero abundante para satisfacerla, ya todo le era igual... Pero vamos al caso: sea Simón lo que fuere y valiendo lo que vale como inteligente administrador, no basta él para lo que hay que hacer aquí; porque ese milagro no ha de hacerse sólo con inteligencia, sino también con buenos puntales y con cierto interés... En una palabra, hija mía: en esta casa se necesita un hombre, rico, muy rico, que reemplace, no a Simón, sino a tu padre, en la dirección de ella... ¿Me comprendes bien?