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Es necesario que vea a don Diego. ¿Y cómo le verás? Alquilaré cualquier casa por allá. Vamos. Estoy segura de que si llegas a tenerle bajo tus ojos, harás de él lo que quieras. ¡Estás soberbia! Es la cólera. Le he reclamado el pequeño, y les he amenazado con un proceso. Tendrá miedo y vendrá. ¡Si viene, lo robas! ¡Como a una pluma! Quizás has hecho mal en hablar de proceso.

Fui hacia ella hasta tocarla y cara á cara le dije: Porque ya me has engañado y me sigues engañando; porque eres una infame que no contenta con robarme tu ternura, me robas también la de mi amante. Enrojeció y con los dientes apretados por el temor y por la cólera, respondió: ¿Quién ha dicho eso? Yo lo . ¡Es falso! ¿Falso?

Las ninfas en sus humidas alcobas Sienten tu rabia, ó vengativo Nume, Y de sus rostros la color les robas. El nadante poeta que presume Llegar á la ribera defendida, Sus ayes pierde y su teson consume. Que su corta carrera es impedida De las agudas puntas del tridente, Entonces fiero y aspero homicida.

Tocino, abusas de la miseria. Los pobres peones no tienen libertad para comprar el pan que comen. Al que no viene á tu tienda le quitas el trabajo en la cantera. Los amigos son para ayudarse unos á otros. ¿Qué tiene de particular que yo sólo trabajo á los que se surten de mi establecimiento? robas al trabajador en lo que come y en lo que trabaja, descontándole siempre algo del jornal.

Vaya, Tocino dijo Aresti; lo que tienes es poca cosa, desaparecerá con el cambio de tiempo. ¡Quejarse así un hombrachón que parece un oso tras esa jaula! Es la buena vida que te das; lo mucho que engordas con lo que robas. ¡Pero qué cosas tiene este don Luis! exclamó el Milord mirando á la tendera, que enseñaba sus dientes amarillos para sonreír lo mismo que el protector de su marido.

Mejor sería que en vez de decir tales cosas les dieses a esos infelices algo de lo que robas a la Virgen. El sacristán levantaba los hombros con desprecio. Ya que no tenían para comer, que no hiciesen hijos. Allí estaba él con solo una hija. No se creía con derecho a más, y eso que, gracias a Nuestra Señora, guardaba un mendrugo para la vejez.