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Trabajo cuesta creer que en un lienzo de Velázquez y tan admirable como éste, se atreviese a introducir novedades o reformas otro pintor y menos Mazo; pero téngase en cuenta que en aquella época, los que podían mandar eran obedecidos con más facilidad que ahora, sobre todo si era artista el que había de obedecer.

Con esto la niña, que había mostrado siempre marcada inclinación a las pompas mundanas, se puso insufrible. Parecía una sultana cruel y despótica. A fuerza de ver inmediatamente obedecidos sus caprichos, ni sabía ella misma lo que quería. Tan pronto llamaba a un mancebo y le permitía sentarse a sus pies y le escuchaba y le miraba amablemente, como le arrojaba con ademán feroz y viento fresco.

La camarera mayor de la Reina remitió a la abadesa de Santa Cruz la prohibición de conservar en su convento a Isabel de Arcos, y la orden de partir al instante con ella para Madrid. Ambos mandatos fueron obedecidos al pie de la letra. El mismo día, el duque de Carvajal recibía del ministro una orden en que se le mandaba presentarse en la corte para dar explicaciones de su conducta.

Sin embargo, en el mundo esos personajes suelen ser muy afables y corteses, y como están acostumbrados, desde que nacen, a ser obedecidos a la menor indicación, mandan poco y sin dar gritos... , pero ¡ya ve usted! en el teatro es otra cosa. Ya me hago cargo.

Libres, pues, de toda ley los naturales de esta ciudad, se dieron á discurrir por el contorno, haciendo esclavos á los indios en gran multitud, robándoles su hacienda; y viendo que no ha hecho algún castigo en ellos, sino publicado solamente algunas prohibiciones y edictos que no han sido obedecidos, han proseguido por espacio de ciento treinta años en sus infames latrocinios, que fuera de dos millones de almas que se sabe han destruído ó reducido á miserable esclavitud, han hecho despoblar algunas ciudades de españoles y más de mil leguas en tierra hacia el Marañón, experimentando esta nuestra provincia las primeras furias de su arrojo en la destrucción de catorce Reducciones que se habían fundado con increíbles trabajos y sudores en la nación de los Guaraníes, que en número de cerca de quinientos mil se había reducido al gremio de nuestra santa fe.

De todos modos se oponen, y hasta le amenazan con las iras del cielo si no son obedecidos en sus píos y honrados mandatos, y usted, que es buen hijo y, aunque otra cosa piensa ahora, algo temeroso de la opinión pública, se encoge y tiembla y padece, porque no tiene resolución para atropellar los obstáculos devolviendo tesón por tesón y amenaza por amenaza... ¿No es esto? Cabalmente.