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En tanto que Andronico dilataba el darles satisfacion, mostraron gran sentimiento de sus dos Capitanes Roger y Berenguer, por parecerles que con su peligro y sangre se querian engrandecer, y que por no disgustar al Emperador de quien esperaban sus mayores acrecentamientos, no le apretaban como debieran, para que se les diese á ellos pagas tan bien merecidas.

Roussel lo veía claramente y se conmovió. Su conciencia se había sublevado al oir á Clementina y le advirtió de que la mitad de las acusaciones que ésta le dirigía, eran ciertamente merecidas. Le había faltado paciencia: había desconocido la voluntad suprema del tío Guichard é infligido una cruel afrenta á la mujer que le estaba destinada.

Y cuando una y otra razón no me sirvan de disculpa, discúlpeme el que tomar plazo para responder á V. E. ha sido por no hallarme con razones que signifiquen la estimación, respeto y veneración en que me ponen las no merecidas honras que V. E. me hace.

En las crónicas sociales el nombre de mi amiga ocupa tres líneas, bien merecidas, desde luego, ya que ella resume en sus cuatro apellidos la historia militar y política del país y la representación de los modernos progresos económicos. Claro está que la significación social de mi amiga reside en los dos segundos apellidos.

Yo, Sancho, nací para vivir muriendo, y para morir comiendo; y, porque veas que te digo verdad en esto, considérame impreso en historias, famoso en las armas, comedido en mis acciones, respetado de príncipes, solicitado de doncellas; al cabo al cabo, cuando esperaba palmas, triunfos y coronas, granjeadas y merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto esta mañana pisado y acoceado y molido de los pies de animales inmundos y soeces.

¡Ay, señor mío, dijo en llegando a este lugar doña Guiomar, y soltando con estas palabras un profundísimo suspiro, que vamos acercándonos al triste suceso de la más nueva desventura que ingenio humano haya podido inventar para suspender el ánimo de sus lectores, con los no pensados y peregrinos casos de una novela! ¡Oh traiciones no adivinadas, oh desdichas no temidas, oh no merecidas tragedias!

S. M., con tanta elegancia y propiedad que calificó en ella su erudición y gran conocimiento del arte, porque son tan excelentes, que sólo en él pudieran lograr las merecidas alabanzas».

Ganados por fuerza muchos Pueblos y Ciudades, desbaratados y rotos poderosos ejércitos, vencidos y muertos en campo Reyes y Príncipes, grandes Provincias destruidas y desiertas, muertos, cautivos, ó desterrados sus moradores; venganzas merecidas mas que licitas.

Hágase entender á Amescua que el coro de los canónigos puede conciliarse bien con el de las Musas, haciéndose lo mismo con Valdivielso, así como también que de aquellas hijas de Mnemosine nunca envejecen; y si hubiese yo ahora de calificar con epítetos particulares y las merecidas alabanzas á los que no he mencionado todavía, veríame en grandes apuros para contentarlos.

«Como pienso ponerme en camino, decía, no quiero tengáis la molestia de pasar adelante, sino que me esperéis en Rouen. Hoy mismo escribo á mi primo el Duque de Montpensier que os dispense las consideraciones merecidas por vuestras virtudes, que yo siempre os he de dispensar.