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En diversas ocasiones salieron las partidas de campo con orden de exterminarlos; pero los bandidos se batían tan en regla, que sus perseguidores se veían forzados a volver grupas, regresando maltrechos y con algunas bajas a la ciudad.

El desprestigio en que por esta retirada cayeron las armas españolas alentó á los de Mindanao, que armando una numerosa escuadrilla con 3.000 tripulantes recorrieron las costas de pintados, asolando los pueblos playeros, cuyos moradores huyeron á los montes, de donde se hizo difícil convencerlos bajasen á sus antiguas viviendas, por haber propalado una vieja agorera que los españoles estaban de acuerdo con los moros para exterminarlos.

Los conocía; eran á modo de microbios, de gérmenes maléficos, adheridos á él para siempre. Y deseaba que su sabio amigo encontrase un antiséptico para exterminarlos. Además dijo Novoa , si existen probabilidades de ganancia, estas probabilidades son proporcionales á las fortunas de los jugadores. Un jugador pobre tiene menos probabilidades de ganar que otro que disponga de capitales.

Pues á ése y á otros como ése es preciso exterminarlos dijo el Rey, usando su palabra favorita. Esa canalla es la que más daño hace á mis intenciones, extraviando la opinión del pueblo. Yo respondo, señor, que de esta vez haré todo lo posible para que ese hombre no se escape.

Durante dos días, los triboques no cesaron de exterminarlos y, al tercero, volvieron a trepar al Donon, al Schneeberg, al Grosmann, al Giromani y al Hengst cargados con un inmenso botín.

En cuanto Sepúlveda se sentaba satisfecho, como el que hincó el alfiler donde quiso, se ponía el clérigo en pie, magnífico, regañón, confuso, apresurado. «¡No es verdad que los indios de México mataran cincuenta mil en sacrificios al año, sino veinte apenas, que es menos de lo que mata España en la horca!» «¡No es verdad que sean gente bárbara y de pecados horribles, porque no hay pecado suyo que no lo tengamos más los europeos; ni somos nosotros quién, con todos nuestros cañones y nuestra avaricia, para comparamos con ellos en tiernos y amigables; ni es para tratado como a fiera un pueblo que tiene virtudes, y poetas, y oficios, y gobierno, y artes!» «¡No es verdad, sino, iniquidad, que el modo mejor que tenga el rey para hacerse de súbditos sea exterminarlos, ni el modo mejor de enseñar la religión a un indio sea echarlo en nombre de la religión a los trabajos de las bestias; y quitarle los hijos y lo que tiene de comer; y ponerlo a halar de la carga con la frente como los bueyes!»Y citaba versículos de la Biblia, artículos de la ley, ejemplos de la historia, párrafos de los autores latinos, todo revuelto y de gran hermosura, como caen las aguas de un torrente, arrastrando en la espuma las piedras y las alimañas del monte.

No es conmigo, Hullin, con quien tiene usted que hablar. ¡Cómo!... ¿Acaso valemos menos que nuestros antepasados? ¿Acaso ellos no se han defendido?... ¿No ha sido preciso exterminarlos a todos, hombres, mujeres y niños? Entonces, Catalina, ¿usted es partidaria de la defensa? ¡, ..., en tanto que me quede un soplo de vida! ¡Que vengan, que vengan! ¡La vieja de las viejas aquí les espera!