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Una bocanada de aire caliente y espeso, oliendo a estiércol y a vapor animal, dio en la cara a los visitantes al abrirse la puerta de la cuadra. Los caballos cocearon y relincharon, moviendo las cabezas al sentir tras de sus grupas la presencia de gente extraña.

Lanzando una exclamación de sorpresa y despecho hizo volver grupas á su caballo, derribó éste á los dos arqueros que intentaban detenerlo é iba ya á lanzarse al galope hacia el valle, cuando caballo y caballero se vieron detenidos bruscamente por las férreas manazas de Tristán. Un momento después yacía el jinete derribado en el suelo. Rescate tenemos, dijo Tristán.

La voz del teniente fue el... Sed motos prestat componere fluctus de Neptuno. El pueblo soberano volvió grupas, y diciendo para sus adentros, ¡sálvese el que pueda!, se dio a correr en todas direcciones, cayendo aquí y levantándose más allá. Y es fama que su majestad corrió tanto y tan bien que en menos de tres minutos desaparecieron de la puntería de los soldados.

Ni aun en estos críticos instantes podía el ayudante prescindir de aquella retórica anticlerical que acostumbraba a usar, y de sus frases campanudas. A cada una acompañaba un garrotazo. Los clérigos, no pudiendo sostener su rabioso empuje, volvieron grupas, y emprendieron desaforadamente la carrera.

Pasaba las horas en absoluta soledad, contemplando el revoloteo de los pájaros de colores en las frondosidades inmediatas, extrayendo melodías del monótono canturreo de las aguas, hablando tal vez con el pensamiento a las náyades de la Cascatinha, que le mostraban en su gracioso rebullir sus grupas de blanca espuma y aterciopelado iris. Toma, «menino», y márchate de aquí.

Reyes, volviendo grupas, seguro de su soledad, inmóvil en medio del camino, permaneció contemplando el rincón melancólico de que se alejaba, como si allí dejara algo.

Manejaba briosamente su soberbio bridón, negro como el azabache y de gran alzada; y después de saludar al príncipe volvió grupas y ocupó su puesto á un extremo de la liza.

La música, apelotonada en un extremo del comedor, había cambiado de ritmo, y las parejas, así como iban entrando, giraban enlazadas siguiendo las caricias de un vals. Instintivamente se recogió Maud la cola del vestido, apoyó Ojeda un brazo en su talle, y experimentaron cierta sorpresa al verse entre los danzarines demasiado numerosos, que chocaban con rudos encuentros de codos y de grupas.

En torno de sus grupas rebullían en jabonosas espumas las olas grises o negras de los mares septentrionales, las azules ondulaciones atlánticas, el inmenso líquido durmiente bajo la pesadez ecuatorial, el Océano verde con escamas de oro de las costas brasileñas, las aguas casi dulces de las costas del Sur, teñidas de rojo por las avenidas de los ríos.

Pronta como un rayo, y con fuerzas que duplicaba la cólera, Amparo desbarató la encuadernada Biblia, hizo añicos las hojas volantes, y lo disparó todo a la cara afilada del catequista y a la rubicunda del silencioso inglés, los cuales, habituados, sin duda, a tal género de escenas, volvieron grupas y trataron de escurrirse lo más pronto posible entre el concurso.