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Escudados con las palabras del sabio alemán que dice, que los productos de los manantiales de Tiui son más bellos y más puros que los de los geysers de Islandia, bien podremos asegurar que son los más sorprendentes del mundo, con perdón sea dicho del geólogo americano Hayden y de los decantados geysers de La tierra de las maravillas.

Anduvieron hácia una y otra parte, y reconocieron que allí se acababa la bahia, y allí fenecía el grande y fabuloso rio de San Julian, su gran laguna y el rio de la Campana, tan mentados y decantados en los mapas, especialmente de los extrangeros; quedando harto maravillados de que con tanta confianza se cuenten tales fábulas, y se impriman sin temor de ser cogidos en la mentira.

Con todos estos trabajos estaba tan vigoroso el ánimo del Padre Cardiel, que si hubiera sido sui juris, se hubiera venido por tierra, descubriéndolo lo que hay acerca de los decantados, ó encantados Césares, y de naciones dispuestas á recibir el Evangelio, para lo cual ya se le habian ofrecido algunos de su comitiva.

Por el contrario, la guerra entre naciones, á pesar de cuanto han ganado los usos y costumbres, y á pesar de los decantados progresos del derecho de gentes, sigue siendo casi tan desordenada y salvaje como en los tiempos antiguos, por más que esto se vele ó disimule con refinamientos hipócritas.

Ofrece mayor variedad, más riqueza de color. Hay sitios agrestes allá en el puerto que hemos atravesado, comparables a los más decantados paisajes de la Suiza. Y al llegar a la costa, se encuentra la misma suavidad de las líneas, la misma dulzura en el ambiente, que en el Mediodía de Italia. ¡Oh, señor Duque, usted nos favorece demasiado! Pura amabilidad, señor Duque.

No las encontramos hasta que algo recobrados de la primera impresion, ¿amais le dijimos, la naturaleza y os encerrais en uno de sus cuadros? ¿Qué es todo este vasto espectáculo de Granada para el de ese inmenso Océano cuyas olas azotan sin cesar las murallas de Cádiz como legiones de combatientes que han jurado su ruina? ¿qué son estos rios de Genil y Darro para ese imponente Guadalquivir que despues de haber cubierto de flores las fecundas praderas de Córdoba y Sevilla baja precipitadamente á sepultarse en el fondo de los mares? ¿qué las alamedas de la Alhambra para los encantados jardines del Alcázar de Sevilla y los bosques de naranjos que circundan el palacio de S. Telmo? ¿Es acaso comparable esta vega con las dilatadas llanuras á que dan sombra los mas decantados olivos de la Andalucía? ¿con los pintorescos valles de Carmona, cuyos oteros y altozanos vestidos de mil colores sorprenden aun al que los contempla desde las desmoronadas torres de su antigua fortaleza? ¿con los feraces campos de Sevilla, donde se oculta el hombre entre las mieses?