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Actualizado: 10 de julio de 2025


Leonora sentíase intimidada por aquel señor alto, robusto, de barba patriarcal el tipo de los reyes bondadosos de las leyendas, que orgulloso de mostrar cierto verdor a sus años, no temía presentarse en público con la hermosa artista.

Y esta mañana a las cinco estaba esperándome al pie de la cuesta su gran break, cargado de escopetas, perros y víveres. Henos aquí rodando por la carretera de Arlés, algo seca y árida en esta madrugada de diciembre, en que apenas se distingue el pálido verdor de los olivos y el verde intenso de las encinas, demasiado de invernadero y como ficticio.

España renacía en el verdor y belleza de sus hijas. Y esto es algo dijo Ojeda . Nuestro loco despilfarro de otros tiempos no se ha perdido del todo gracias a América. Sus amigos asintieron. No, no se había perdido.

Hacia Poniente se distingue la sierra, y a la margen opuesta del río los cementerios de San Isidro y San Justo, que ofrecen una vista grandiosa con tanto copete de panteones y tanto verdor obscuro de cipreses... La melancolía inherente a los camposantos no les priva, en aquel panorama, de su carácter decorativo, como un buen telón agregado por el hombre a los de la Naturaleza.

A la izquierda, hacia el lado del mar, se extendía una gran huerta, ostentando bajo las ventanas de las celdas, su fresco verdor, sus árboles, sus flores, el murmullo de sus acequias, el canto de los pájaros y la esquila del buey que tiraba de la noria.

Después, en medio de aquella colina, cuya pendiente es casi insensible, se ven los edificios consagrados a San Juan. Aquí la iglesia gótica, con sus arcos y sus ojivas, sus altas y delgadas columnas, sus frontones esculpidos como un encaje, contrasta singularmente con el pesado campanario de plomo que eleva su techumbre gris y sombría por encima del obscuro verdor de los abetos y alerces.

Las innumerables fábricas han quedado atrás, y al movimiento de las gentes y la monotonía melancólica y prosáica de los edificios urbanos suceden el capricho, la variedad, la alegría risueña y la frescura de todo lo que constituye la campiña en Inglaterra, hermosa aún ántes de que el verdor de la primavera haya hecho olvidar todas las tristezas del invierno.

Las dos playas semicirculares de Royan y de Saint-Georges, con su fina arena, constituyen para los pies delicados el más suave paseo, que se prolonga sin cansancio por el sendero de pinos que alegran la duna con su verdor. Los magníficos promontorios que separan esas playas y las landas del interior, envían, aun á lo lejos, salutíferas emanaciones.

Tanto agradaban a Lucía el puente y el río, que a propósito andaba despacio al pasarlos. La cortina de verdor del parque nuevo se tendía ante su vista.

Seguí, pues, mi vuelta y recogíme en el cuadro de flores que yo mismo cultivo a gozar del triste y dulce abandono que inspira una tarde serena, un agua viva sonante y el verdor delicioso del abedul y del avellano.

Palabra del Dia

buque

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