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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Vagamente, sin embargo, porque lo mismo Villa que Isabel habían guardado reserva absoluta, entró en su mente la idea de que yo estaba enamorado en otra parte, y no me dejaba vivir con su «Uté etá chiflaíto, Sanhurho. Se le conose a uté en los oho. A vese lo pone uté entornaíto, entornaíto, que paese que se quea uté dormío.» Y era verdad. Más de una vez y más de dos me tengo dormido escuchándola.
¿Y en esos almacenes guarda ricos tejidos de Túnez, tapices de Constantinopla y cachemiras del Cairo? El judío palideció pero, no obstante respondió: Es verdad. Que el ángel me toque con el dedo si yo miento. Bueno, pues esta noche vas a hacer transportar esas mercancías a una tartana, con pabellón danés, que hay fondeada en la ensenada de Betim'Sah.
La Serafina sirvió de fundamento á Signorelli, para formular una crítica errónea acerca de todas las obras de Torres Naharro. Verdad es que la mezcla de cuatro idiomas le da un aspecto extraño, y que siempre debe calificarse de una mala inteligencia de este poeta. La acción adolece también de inverosimilitud y de rasgos de mal gusto.
Pero quisiera pagaros ahora mismo; ¡odio las deudas!... Existe un medio, quizá, sin vender los terrenos... Richard, ¿queréis ser mi marido?» Sí, señor cura dijo madama Scott, riendo, fui yo quien salí al encuentro de mi marido: yo quien le pidió su mano; esto lo podéis decir a todo el mundo, porque es la verdad.
Figúrense, digo, si pueden con la imaginacion un cuadro semejante, y hallarán la verdad de lo que es el Sena observado desde el puente de las Artes á las doce de un dia sereno. El Paris del lado de acá del rio, el Paris moderno, contrapuesto al del Cuartel Latino, es la residencia del mundo elegante.
Si sospechan, déjame contestar a mí; confirma en todo caso mis respuestas. ¡Piensa en el deber! ¡Piensa en la causa! ¡Piensa en mí, que te amo, que te quiero para mí, que sabré hacerte feliz!... Yo no comprendía. Corrí a pedir socorro, con la esperanza que todavía estuviera viva. ¿Por qué ocultar la verdad? Decirla fue mi primer impulso.
Lo brusco de la captura, lo incómodo de la cárcel, lo pesado y quisquilloso y ofensivo de los interrogatorios, bastan y sobran para que salga D. Marcelino de la prision con su liberalismo rejuvenecido, con su aficion á la tabla de derechos, con su odio á la arbitrariedad, con su aversion al gobierno militar, con su vehemente deseo de que la seguridad personal y demas garantías constitucionales sean una verdad.
Era tan falsa, que tocaba en los lindes de lo ridículo. A solas consigo misma solía confesárselo. "La verdad es que, bien mirado, yo le estoy haciendo el oso a ese muchacho. Parezco una dama de la isla de San Balandrán."
Pues lo mismo están los benditos cuerpos. Aquella misma tarde, después de mirar la puerta del Carmen y los elocuentes muros de Santa Engracia, que vieron lo que nadie volverá a ver, paseaban por las arboledas de Torrero. Jacinta, pesando mucho sobre el brazo de su marido, porque en verdad estaba cansadita, le dijo: «Una sola cosa quiero saber, una sola.
Quedose atónita la anarquista oyéndole decir estas palabras con un acento que parecía ser de otro mundo: «Salva, Jesús mío, esta alma que se quiere perder, y apártame a mí de la mentira». Después se llegó a ella y le cogió una mano, diciéndole con profunda lástima: «¡Pobre mujer!, yo tengo la culpa de las atrocidades que ha dicho usted, yo, yo, Dios me lo perdone, y la causa ha sido una farsa, una mentira... La verdad ante todo.
Palabra del Dia
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