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Actualizado: 22 de junio de 2025
Sabía medianamente el latín y conocía un poco la historia de Roma, pero la de Grecia ni saludarla siquiera. Bueno, dejemos á los griegos y vengamos á los españoles. Yo tenía que consultar contigo un asunto y para eso he subido hasta aquí. D. César se serenó de pronto. Era el hombre más apacible de la tierra siempre que no se tocase á su enemigo. ¡Me gusta tu franqueza! exclamó riendo.
Tengo el sepulcro de la viuda bella, Y el Coloso de Rodas alli junto, Y la lanterna que sirvió de estrella. Pero vengamos de quien es al punto Esta, que lo deseo. Haráse luego, Me respondió la voz en baxo punto. Y prosiguió, diciendo: á no estar ciego Huvieras visto ya quien es la dama: Pero enfin tienes el ingenio lego.
En resolución, no hay más sino que vos procuréis nombrar estos nombres, o tocar estas historias en la vuestra, que aquí he dicho, y dejadme a mí el cargo de poner las anotaciones y acotaciones; que yo os voto a tal de llenaros las márgenes y de gastar cuatro pliegos en el fin del libro. »Vengamos ahora a la citación de los autores que los otros libros tienen, que en el vuestro os faltan.
Por último, la misma luz, cuyo movimiento de propagación es el más rápido de todos los movimientos conocidos, tarda 8 minutos y 16 segundos para recorrer la misma distancia, no obstante su velocidad de 300,000 kilómetros por segundo. 71. =Dimensiones del Sol.= Vengamos ahora á las dimensiones del Sol. El radio de esta inmensa esfera equivale á más de 108 veces el radio ecuatorial de la Tierra.
Pero, dejando en él lo de la valentía a una parte, vengamos a lo de perder el juicio, que es cierto que le perdió, por las señales que halló en la fontana y por las nuevas que le dio el pastor de que Angélica había dormido más de dos siestas con Medoro, un morillo de cabellos enrizados y paje de Agramante; y si él entendió que esto era verdad y que su dama le había cometido desaguisado, no hizo mucho en volverse loco.
Hay que vengarse, perdiéndoos a todos y arrastrándoos a la ignominia. Nosotras nos vengamos con nosotras mismas. «Isidora, Isidora le dijo Augusto con profunda pena : valdría mil veces más que te murieras. No pienso en tal cosa... Te diré. Cuando estaba en la cárcel quise matarme. La vida me pesaba como un sombrero de plomo.
Pero, no prosigamos por este camino, que habría materia para llenar un volumen; y vengamos al tema de este articulejo, en el cual vamos á dar á conocer algunas profesiones, que en los siglos pasados tuvieron gran auge, y cuya existencia no nos explicamos ni acertamos á comprender hoy.
Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras, vengamos ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de las armas, y véase cuáles son mayores.
-Ellos -respondió Sancho- son tres mil y trecientos y tantos; de ellos me he dado hasta cinco: quedan los demás; entren entre los tantos estos cinco, y vengamos a los tres mil y trecientos, que a cuartillo cada uno, que no llevaré menos si todo el mundo me lo mandase, montan tres mil y trecientos cuartillos, que son los tres mil, mil y quinientos medios reales, que hacen setecientos y cincuenta reales; y los trecientos hacen ciento y cincuenta medios reales, que vienen a hacer setenta y cinco reales, que, juntándose a los setecientos y cincuenta, son por todos ochocientos y veinte y cinco reales.
La Inglaterra necesita aun reformas: el pueblo necesita un cambio radical, profundo; Cromwell ni supo ser ni fué nunca revolucionario; era un fanático de mas ambicion que talento, y ántes que amigo del pueblo lo fué de la hipocresía religiosa que le movia: y basta, vengamos á nuestro viaje.
Palabra del Dia
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