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¡Ah, comediante!... ¡Ah, historiero!... Eres igual á tu padrino. Decía esto con una sonrisa ambigua en la que entraban igualmente su menosprecio por los idealismos inútiles y su respeto á los artistas; un respeto semejante á la veneración que sienten los árabes por los locos, viendo en su demencia un regalo de Dios.

Contemplándolo, siento el entusiasmo de la admiracion, no la veneracion de la fe: creo ver estátuas de héroes, no efigies de santos: me acuerdo de Alejandro, de César, de Anníbal; no me acuerdo de Dios: me ecuerdo de Chipre y de Vénus; no me acuerdo del monte Calvario, ni del Redentor, ni de la Vírgen, ni de la Magdalena: me acuerdo de la gloria; no me acuerdo de la Pasion.

Doña Luz no tenía la culpa de aquel amor que agradecía, ni de aquella muerte que lamentaba. Su amistad, admiración y veneración al Padre no podían haber sido mayores. Si el Padre le hubiera inspirado otro más vivo sentimiento, ella hubiera pecado contra Dios, contra el mundo, contra su honra y contra su decoro.

Y el numero de Religiosos y zera que pareziere competente a la descencia y acompañamiento de nuestro señor Sacramentado. Iten nos obligamos de lleuar en la dha. prozecion vna o dos danzas y disparar cantidad de Ruedas y Cohetes de fuego mientras se celebrase la missa y prozesion para mayor veneracion y Culto de tan Augustisimo misterio y conmouer los animos de los fieles a su mayor deuoción.

Pep, por un resto de veneración tradicional, toleraba silencioso este capricho de gran señor, pero iba a estallar de un momento a otro contra el hombre que perturbaba su vida.

Por eso el humilde molino, aun cuando su base esté carcomida y sus paredes pobladas de plantas parásitas, me inspira veneración; gracias á él, millones de seres humanos no están ya tratados como bestias de carga; han podido erguir la cabeza y ganar en dignidad al mismo tiempo que en felicidad. ¡Qué recuerdo más encantador conservamos del pequeño molino de nuestra aldea!

Si esto pensaba el adversario y el incrédulo, ¿qué no pensarían los creyentes, los que profesaban las mismas ideas, aquellos en cuyo favor el P. Enrique tan hábil y cortésmente peleaba? La veneración, el entusiasmo, la admiración por el P. Enrique, fueron subiendo en todas aquellas almas, y más que en ninguna en el alma entusiasta, solitaria y aislada de doña Luz.

Y la lengua se le pegaba al paladar y los ojos se le humedecían al recuerdo de aquel régimen nutritivo digno de eterna veneración. Las dulces memorias de la Bética vivían siempre en su corazón y sólo morirían cuando éste cesase de latir.

Con sacrílega osadia profanaron los templos, sin que la veneracion y el respeto debido sirviese de escudo á los que se habian ocultado en ellos, porque extrayéndolos á las puertas de la iglesia, les quitaban las vidas en los umbrales de la casa del Señor.

Esta veneración no cegaba al rudo comandante hasta el punto de hacerle desconocer los defectos de su maestro. Pierrefonds era capaz de dejarse matar si le exigían una mentira á cambio de la existencia; nunca recordaba haber faltado á la verdad voluntariamente; ¡y, en cambio, su admirado maestro!...