United States or Hong Kong ? Vote for the TOP Country of the Week !


Completaban el adorno de los muros unos cuantos grabados ingleses, un retrato de Olózaga, en litografía, con dedicatoria autógrafa, y un título de coronel honorario de la Milicia Nacional del 54, encerrado en rica moldura y expedido a favor del padre de Paz. De pronto entró don Luis. Me gusta la puntualidad. Venga usted conmigo, y verá Vd. si hay aquí para rato.

No quiero conservar ni el recuerdo poético de que Vd. habla. Estos amores han sido una pesadilla. Yo la arrojaré lejos de . ¡Bien, muy bien! Así te quiero yo, enérgica, valiente. ¡Ay, padre mío!

Quitaremos la mesa dijo doña Manuela, y comenzó por guardar para don José lo poco que quedara de la perada y del turrón. ¿Quiere Vd. que le acostemos entre ese y yo? preguntó Millán al enfermo. Van a dar las doce; en vilo le llevaremos a Vd. a la cama.

¿Qué sueño de vals desagradable para Vd.? me dijo de pronto, sin dejar de recorrer el salón con la vista. Un vals de delirio... no tiene nada que ver con esto me encogí a mi vez de hombros. Creí que no hablaríamos más esa noche. Pero aunque María Elvira no dijo una palabra, tampoco pareció hallar al compañero ideal que buscaba.

Señorita, y ¿con qué título puedo yo permitirme comentar sus actos ni aquilatar sus gustos? No se trata de eso. ¿Es que le parece a usted mucho dinero? Cuando yo tengo confianza con Vd., debía Vd. tenerla conmigo. El marco es hermoso y vale lo que cuesta. No es Vd. sincero. ¿Por qué, señorita? Se lo conozco a Vd. en la cara; sea usted franco, hombre, sea Vd. franco.

Tal vez al morir, desatando o rompiendo mi alma estas infames cadenas que la detienen, se haga hábil para ese amor con que Vd. desea que nos amemos.

¿De modo que Vd. con quien tiene amores es con ese Millán? ¿Pues qué se la había figurao a Vd.? La actitud de Engracia no pudo ser más expresiva: Paz, segura de que el exacerbar su ira atraería sobre ella una explosión de injurias, acaso justas, comprendió que el único medio de cortar aquella escena y salir al mismo tiempo de dudas era hablar clara y lealmente.

D. Luis y no se me ofenda, ni siquiera vale Vd. para marido de una mujer honrada. Si usted ha estrechado las manos, con el ahínco y la ternura del más frenético amante, si Vd. ha mirado con miradas que prometían un cielo, una eternidad de amor, y si Vd. ha... besado a una mujer que nada le inspiraba sino algo que para no tiene nombre, vaya Vd. con Dios, y no se case Vd. con esa mujer.

Pero a mi vez el demonio de la locura me arrastró tras aquel ¡y dale! burlón, a una pregunta que nunca debiera haber hecho. Oigame, María Elvira me incliné: ¿Vd. no recuerda nada, no es cierto, nada de aquella ridícula historia? Me miró muy seria, con altivez, si se quiere, pero al mismo tiempo con atención, como cuando nos disponemos a oir cosas que a pesar de todo no nos disgustan.

Ella entonces, por darle a entender que no fue llamado para manifestar sus deseos, sino para cumplir los ajenos, varió el rumbo de la conversación. He dicho a Vd. que su conducta merece elogio, y así es, efectivamente.