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Actualizado: 12 de junio de 2025
Este ruido cesó a una señal imperiosa del domador, que con su instrumento de viento en el brazo izquierdo se acercó a una escalera de mano próxima a la entrada, subió dos o tres peldaños, tomó una varita y señalando las monstruosas figuras pintarrajeadas en los lienzos, dijo con voz enfática: Aquí verán ustedes los osos, los lobos, el león y otras terribles fieras.
Parece la subida al Calvario, y con esta cruz que llevo a cuestas, más... ¡Qué hermosos nardos vende esta mujer! Le compraré uno... 'Deme usted un nardo. Una varita sola... Vaya, deme usted tres varitas. ¿Cuánto? Tome usted... Abur'. Me ha robado.
El paje del hada, que era un gnomo, salió del seno de la tierra, cargó en las espaldas con los tejidos de Lita, y desapareció... El hada hizo entonces unos garabatos en el aire con su varita mágica, diciendo a su ahijada: Y porque eres buena, te curo ahora para siempre. Apenas dicho esto, Lita se sintió curada y se sentó en la cama, completamente derecha.
Quizas un instante de intervalo es suficiente para cambiar la escena; nos hallamos ya en otra parte; se ha corrido un velo, y todo ha variado; todo ha tomado otras formas y colores; diriase que los objetos han sido tocados con la varita de un mago. ¿Y cuál es la causa? es que el corazon se ha puesto en juego, es que nosotros nos hemos mudado, y nos parece que se han mudado los objetos.
Llevaba una varita en la mano para mostrar las figuras, y una pandereta para acompañarse cuando cantaba villancicos. Tenía dos o tres tonadillas monótonas y unos cuantos versos monorrimos. Entre las figuritas del nacimiento había una mujer desastrada, que sin duda era la bufona. Recuerdo la canción que le dirigía la Curriqui.
Tanto se asustó la pobre Lita al oír esta amenaza de su querida hada madrina, que levantó la cabeza y se despertó sobresaltada... Pero el hada ya había desaparecido, con su estrella sobre la frente, su pelo suelto, su varita mágica siempre levantada y su manto de tul bordado de oro, perlas y brillantes. Una vez despierta, Lita no pudo volverse a dormir.
Fué una ventaja para los poetas españoles el componer para un público, cuyas pretensiones eran tan modestas en la parte material de la exposición de sus obras, y pronto á sujetar sus sentidos á la imaginación, y, cuando fuese necesario, á seguir de uno en otro lugar la mágica varita de la poesía.
Quiroga forma la tropa, hace cortar tantas varitas de igual tamaño cuantos soldados había, hace en seguida que se distribuyan a cada uno, y luego con voz segura, dice: «Aquél cuya varita amanezca mañana más grande que las demás, ése es el ladrón.» Al día siguiente fórmase de nuevo la tropa, y Quiroga procede a la verificación y comparación de las varitas.
Las casas desaparecieron así, se evaporaron como tocadas por varita mágica, y lo propio aconteció con la quinta en Quilmes; respetó la estancia cierto tiempo, pero ya en la pendiente, no había más que rodar al fondo: la estancia se vendió y luego lo que pudo o mejor dicho lo que quiso, porque nadie le ponía cortapisas. Era un vampiro, siempre insaciable.
Pepita había dejado en la casería la larga falda de montar, y caminaba con un vestido corto que no estorbaba la graciosa ligereza de sus movimientos. Sobre la cabeza llevaba un sombrerillo andaluz, colocado con gracia. En la mano el látigo, que se me antojó como varita de virtudes, con que pudiera hechizarme aquella maga. No temo repetir aquí los elogios de su belleza.
Palabra del Dia
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