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Actualizado: 26 de junio de 2025


¡Muchísimo más gorda! continuó el ratón imperturbable , y toda rollada, rollada, rollada, que cabía allí debajo..., ¡y durmiendo como una santa de Dios! ¿Pero roncar, no roncaba? La condenada acudía al olor de la leche..., y valió que le dio idea de esconderse en el chapeo..., que las intenciones bien se las conocí.... ¡eran de metérseme por la boca, con perdón de las barbas honradas!

Era un reloj de repetición, y en su presencia era forzoso andar con mucho cuidado, porque en seguida le faltaba tiempo para ir con el cuento a su papá. Días antes había hecho reír al buen señor con esta delación inocente: «Papá, dice D. Manuel que yo salgo a ti... en que guardo todos los cuartos que me dan». Lo que le valió un cariñoso estrujón y un beso de su papá querido.

Uno de estos practicantes fue sorprendido una vez con un reloj en la mano, en momentos que iba a pasarlo, y no bien vio que lo habían sorprendido, se echó a gritar: ¿De quién es este reloj? ¿De quién es este reloj? No le valió la artimaña, y fue preso. El juez tuvo que absolverlo, pues se encerró en esta declaración: Yo encontré el reloj, señor, y lo levanté; no ha habido más.

Hipérbole usada con frecuencia por los historiadores árabes para pintar la muchedumbre de un ejército. Esta espresion, de que se valió Al-Mu'tamed para significar que mas queria ser prisionero de Yusuf Ibn Taxfin el almoravide, que cautivo de Alfonso, se hizo luego proverbial en Andalucía.

De este, y de LUCAS TOZZI se valió FEYJOÓ las mas veces para escribir de la Medicina. ¡Pero qué Maestros! Así han salido los discursos. ¡O quántos libros llenan los estantes, sin haber en ellos mas que amontonamiento de noticias falsas, vulgares, ó inciertas, pero regladas de modo, que puedan hacer impresion en la fantasía!

El estado de ebriedad en que se hallaba no le valió de excusa ante el señor Aubry, que lo despidió. Desde ese día, el sentimiento de Juan hacia su protector se convirtió en verdadera idolatría. Los actos justos conmueven infinitamente a los niños. Por segunda vez, el señor Aubry hería el corazón de su protegido.

Cuán poco valió la treta lo demuestra no haber finado 1898 sin que vieran la luz pública composiciones de los más altos metrificadores tagalos, Cecilio Apóstol, Fernando M.ª Guerrero y José Palma, seguramente florecidas en aquellos retirados cenáculos donde se hacía literatura y revolución. ¿Están todos los que son y son todos los que están? Creemos sinceramente que .

Todo este artículo supone y prueba el axioma que Hipócrates opuso á los errores de la terapéutica, y que le valió el nombre de padre de la medicina: Natura morborum medicatrix. Este principio solo puede ejercer su supremacía en el método homeopático basado en la ley de los semejantes, y que establece la relacion de la enfermedad con el medicamento.

Sólo había en ella una criada vieja cuidándola. De ésta se valió para averiguar dónde estaba María y pasarle un recado a fin de que viniese a verle. No se equivocó la planchadora sobre el objeto de tal llamamiento.

El ventero la tomó, se armó de un candil, vino recto a la cama de Mounsey y tendió el oído. El infame grillo, por una intuición del genio, como se llaman en la vida las casualidades, había callado un momento. ¡Nada le valió! Al primer gorjeo, rápido, enérgico, sin vacilación, como el memorista que hace un cálculo ante la concurrencia absorta, el ventero, de un golpe, lo aplastó contra la pared.

Palabra del Dia

rigoleto

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