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Actualizado: 7 de junio de 2025
Pero, por fortuna para Juan Montiño, éste vió el pistolete, y tocó con el único tajo que había tirado al brazo de don Bernardino; el tiro fué al suelo; don Bernardino, que había cambiado la espada á la mano izquierda para apelar á aquel recurso villano, estaba fuera de combate; no podía valerse del brazo derecho. Velludo estaba acobardado, y había bajado la espada.
Esto le obligaba a ir con alguna más frecuencia a casa de don Bernardino, y a valerse de estratagemas para comunicar con la muchacha; pero todo lo hacía con gusto... y con provecho.
¡Grandiosa creacion, en verdad, si sobre ella no tendiese sus alas negras un ángel terrible; el egoismo! Pero sin duda la Providencia quiere valerse de ese egoismo como de una palanca que remueve á la humanidad, para empujarla luego hácia sus fines predestinados. Un sacerdote protestante nos acompañaba. El ómnibus paró, y el sacerdote desapareció con su equipaje.
Esto es, una puñalada dada por detrás. Pero aquella puñalada debía costarle dinero. Además, podía envolverle en un proceso. Montiño desechó aquella idea, dos veces peligrosa. Ocurriósele valerse de su sobrino. Valiente, audaz, generoso, no vacilaría ni un punto en ponerse delante del sargento mayor, tirar de la espada y despacharle en regla. ¿Pero cómo decir á su sobrino que su tía?...
»Y, diciendo estas razones, con una increíble fuerza y ligereza arremetió a Lotario con la daga desenvainada, con tales muestras de querer enclavársela en el pecho, que casi él estuvo en duda si aquellas demostraciones eran falsas o verdaderas, porque le fue forzoso valerse de su industria y de su fuerza para estorbar que Camila no le diese.
No me ofendo; pero en vez de un memo se encuentra usted con un hombre franco que le dice: mi sobrina nada me importa. ¿Se ha casado? Vaya bendita de Dios. ¿No se ha casado y anda usted tras ella? Me es igual. Don Juan resolvió jugarse el todo por el todo, a lo menos en lo tocante a valerse de don Quintín, y apoyando los codos en el mantel, dijo: Es usted un lince y un hombre... leal.
Ahora pensaba de qué amigo valerse para ir a Palermo. De dos o tres más, había recibido en la semana iguales o parecidos favores. Quedaba Jacinto Esteven. Con Jacintito tenía más confianza: cierto es que la butaca de Colón se la regaló él la noche anterior, pero era su primo y no tenía nada de particular que ocupara la tarde siguiente su elegante faetón.
Sacar a la vergüenza a personajes conocidos, vivos y reales, y revelar al público todos sus vicios y pecados, es uno de los medios más a propósito de que puede valerse un escritor para proporcionarse lectores. Yo tengo por cierto que el Sr. Lasso de la Vega no ha menester de este medio, y por lo mismo me pesa de que le haya empleado.
Juanito Pelaez que tambien era amigo de la bailarina se ofrecía á arreglar el asunto, pero Isagani sacudió la cabeza y dijo que era bastante haberse servido del P. Irene y que sería demasiado valerse de la Pepay en asunto semejante. ¡Veamos el otro medio! El otro es acudir á su abogado consultor, al señor Pasta, el oráculo ante quien se inclina don Custodio.
Lo decía con tal humildad, con un deseo tan vehemente de ver admitido el ruego, que el hijo no osaba repeler su acompañamiento. Para callejear con Argensola tenía que escurrirse por la escalera de servicio y valerse de otras astucias de colegial.
Palabra del Dia
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