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Actualizado: 7 de junio de 2025


En el siglo IX estaba, pues, establecido este modo de correo, y es probable que, no sólo el gobierno, sino los particulares, hubieran podido valerse de él.

Parle vosté dijo avanzando un pie la acequia más vieja, pues por vicio secular, el tribunal, en vez de valerse de las manos, señalaba con la blanca alpargata al que debía hablar. Hable usted. Pimentó soltó su acusación. Aquel hombre que estaba junto á él, tal vez por ser nuevo en la huerta, creía que el reparto del agua era cosa de broma y que podía hacer su santísima voluntad.

Que hubiese guerra en los tiempos bárbaros y de atraso, en los cuales era preciso valerse hasta de la fuerza para hacer conocer al hombre cuál era el Dios a quien había de adorar o el rey a quien había de servir... nada más natural.

Volvía a valerse de sofismas para callar en la confesión aquella flaqueza: «ella no quería» en cuanto mandaba en su pensamiento, lo apartaba de las imágenes pecaminosas; huía de don Álvaro, no pecaba voluntariamente. ¿Habría pecado involuntario? De esto habló un día con el Magistral, sin decirle que la consulta le importaba por ella misma.

¿Qué milagro hay hasta ahora? Que don Rodrigo Calderón no vea más que un hombre, cuando tiene delante un enemigo. Don Rodrigo es valiente... Pero más valido. Y en cuanto á valor no niego que es mucho el valimiento del tal, como que de todo se vale para valerse: ¡válame Dios con tu cuento! Pero cuenta, hijo, y ten presente de no mentir. ¿Qué hubo al cabo?

Porque es de advertir que tan enmarañada estaba la intriga alrededor de Felipe III, que no había de quién valerse con confianza para confiarle una carta para el duque de Lerma. La duquesa vió con alegría que la de Lemos, la hija querida del duque de Lerma, interesada gravemente en que aquella carta llegase sin tropiezo á su padre, era el intermediario que necesitaba.

Con tan dichoso principio como tuvieron nuestras armas contra los Griegos gobernadas por Berenguer de Entenza, pareció pasar adelante, y valerse de la fortuna y tiempo favorable, siendo el fin y remate de una victoria el principio de otra.

Las fórmulas, por cuya virtud se hacían, estaban custodiadas en los colegios sacerdotales y en los Palacios de los Faraones. Los profanos ó no iniciados no podían valerse de estas fórmulas, ni poseerlas escritas, sin exponerse á muy severos castigos.

Su ignorancia era tal que no sabían escribir ni leer, ni alumbrarse con un candil durante la noche, ni valerse de más bestias de carga que de ellos mismos, ni criar animales domésticos, ni ser pastores siquiera. En cambio se sacrificaban a millares a sus ídolos y estaban corroídos por la gangrena de los vicios más nefandos, y sobre todo por la afición de comerse unos a otros.

Aquesta embarcacion deja entenderse El fin con que Candinh la fabricaba, Para poder con ella bien meterse En puerto: que tomar imaginaba Alguna tierra, pueda valerse, Y aquesto su designo le guiaba; La fama por la costa se estendia, Que para el Argentino la hacia.

Palabra del Dia

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