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Actualizado: 3 de julio de 2025


Con aquellos indicios vagos y algunos más seguros que Salvador fué adquiriendo, la incertidumbre se apoderó de su espíritu y sintió una honda inquietud atormentadora. Tuvo la idea de hacer llegar en secreto una carta a manos de Carmen para recabar de ella una explicación categórica acerca de los misterios tenebrosos de aquella casa.

Fingiendo nada más que complaciente atención, Ventura recogía ávidamente aquellos pormenores mundanos. Luego los repasaba con febril actividad en su imaginación inquieta, donde siempre habían germinado vagos deseos de brillo, caprichos fantásticos, aspiraciones imposibles.

Eran la alegría y el estorbo del barrio, estímulo y apuro de sus padres, desertores más bien que alumnos de la escuela, un plante del que saldrían quizás hombres de provecho y sin duda vagos y criminales. De su edad respectiva poco puede decirse. Eran niños, y tenían la fisonomía común a todos los niños, la cual, como la de los pájaros, no determina bien los años de vida.

Descendía rápidamente el sol a su ocaso, caía sobre el jardín la sombra; Sardiola, el lebrel fidelísimo que había dado el ladrido de alarma, no estaba ya allí. Lucía miró en torno suyo con ojos vagos, y llevose las manos a la garganta oprimida.

El padre Gil ya no se sentía arrastrado por la metafísica; empezaba a atormentarle una sorda inquietud que llenaba su espíritu de temores, de vagos presentimientos. Sentía vergüenza singular desde que el viajero que se había apeado les observara con atención tan sostenida. Aquella muchacha le inspiraba miedo. Un tropel de pensamientos feos, insensatos, acudió a su cerebro y lo llenó de confusión.

Como de ordinario, multitud de carros, bultos de mercancías, básculas, corredores, dependientes, comerciantes, marineros, pescadores, vagos y curiosos forasteros, en el más agitado y bullicioso desorden, le hacen intransitable desde la Ribera al café Suizo. Fijémonos un momento en este último punto, como el más despejado.

Sus pensamientos suelen dilatarse, dentro de nuestra alma, con ecos tan inefables y tan vagos, que hacen pensar en una religiosa música de ideas.

Baste saber que, durante veinte años, sobre pocos más o menos, pues no creo que importe mucho una gran exactitud cronológica, el Vizconde no volvió a ver en parte alguna a Rafaela, y ésta, si bien siguió presente en su memoria, fue como imagen aérea y algo confusa, velada como entre nubes de vagos recuerdos y de agradables antiguas emociones.

En una senda abandonada y triste que recorren tan sólo ángeles malos, una extraña Deidad la negra Noche ha erigido su trono solitario; allí llegué una vez; crucé atrevido de Thule ignota los contornos vagos y al Reino entré que extiende sus confines fuera del Tiempo y fuera del Espacio.

Era un aliento vivo y poderoso que ensanchaba su corazón y lo inundaba de sentimientos vagos y sublimes. Ni uno ni otro hablaron. Gozaban contemplando la majestad y grandeza del océano con un sentimiento humilde de su pequeñez y con vago deseo de participar de su fuerza sagrada e inmortal.

Palabra del Dia

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