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Actualizado: 2 de julio de 2025
Sin disimular apenas, disimulando muy mal su dolor que era el más hondo, el más frío y sin consuelo que recordaba en su vida, salió De Pas de la sacristía, y anduvo por las naves de la catedral vacilante, sin saber encontrar la puerta.
Mi espíritu frío, tardo para los raptos de admiración, aunque no incapaz de ellos, harto indeciso y vacilante para no ver el contra al lado del pro, y tranquilo hasta la pesadez, es imposible que siga, ni desde muy lejos, el remontado vuelo encomiástico de los precitados autores.
Aquella funesta rotura de la pierna había ocasionado en él pérdida brusca de la juventud que disfrutaba, y se sentía entrar, con paso vacilante y cojo, en una región fría y triste que hasta entonces no había conocido.
Más allá de la baranda, el misterio: una intensa negrura que devoraba el resplandor eléctrico, no dejándole avanzar más que algunas pulgadas en sus entrañas sombrías; espumarajos fosforescentes, rumor sordo de fuerzas invisibles que avisaban su presencia con choques y rebullimientos. Ojeda vio venir hacia él con paso vacilante a un hombre vestido de smoking que le saludó desde lejos.
Era una ciencia más intuitiva que adquirida a fuerza de estudio, como acontece a todos los grandes hombres. Al principio, cuando iba a escribir en El Faro sobre un tema que no conocía, mostrábase receloso, vacilante, tímido.
Los moriscos, siempre fija la vista en su independencia y su venganza, no apartaban su cariño de aquella familia que por tantos años había sostenido en España el vacilante poder de los árabes haciendo de Granada la ciudad más hermosa del mundo.
Nos separamos sobre el anochecer y quedamos, como siempre, citados en el puente de Santa Ana. Llegada la hora, y aun no había dado el cuarto para las doce, cuando con paso vacilante y con el aire más melancólico se me acercó, y tomándome por la mano, fría como el granizo, tiró de mí para la posada, yendo yo tan confuso como espantado.
En el recodo de una de estas calzadas se encontró de improviso con Nolo. Ambos quedaron sorprendidos y sonrieron avergonzados sin pronunciar palabra. Fué Demetria quien primero rompió con franqueza el silencio: Iba á la Braña, Nolo. Y yo á Canzana, Demetria. Tenía que hablarte. Yo á ti también. Demetria le miró sorprendida. ¿Sabes algo? le preguntó vacilante.
Aún no respondió por fin Ramiro con la voz vacilante; pero oigo encomialla a los demás. ¡Necio yo, que nunca he de poner el dedo en la llaga! exclamó entonces don Antonio, con orgullosa sonrisa. Ya se ve claramente volvió a decir, dirigiéndose al mancebo que aquellos amores os han dejado en el corazón su maldita pestilencia.
Carmen, con la voz vacilante y el semblante muy blanco, dijo: Sí.... ¿Y es cierto que se llevó los cuartos? Dicen eso...; yo no lo sé.... Desconocía Rita la página amorosa de Carmen, rápida y casi secreta, y observando con inquietud la turbación de la joven continuó: Parece que andaba liado con Rosa la del Molino.... Se quedó callada la niña, mirando con mucha insistencia al ruedo de su vestido.
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