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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Las relaciones entre una y otro eran puramente de fórmula, hasta que a Nicolás, en uno de los viajes que hizo a Madrid, se le ocurrió entregar a la tía sus ahorros para que se los colocara, y véase aquí cómo se estableció entre estas dos personas una corriente de simpatía convencional que había de producir la amistad.
Véase cómo los sevillanos de 1764 se mostraron humanitarios con la raza canina, hasta el punto de darla un hospital, raza tan maltratada luego, que en 1812 se ordenó por bando, que se matasen sin contemplaciones cuantos perros vagaban por la ciudad y que aún es víctima de los laceros municipales, que de tan cruel persecución las hacen blanco. LA ROSA P
Véase, pues, de cuánto son y han sido capaces mis paisanas. Dios las bendiga a todas. Imposible parece que, siendo tan buenas, las descuiden y abandonen los pícaros hombres. Además de las peregrinaciones de que ya hemos hablado, las dejan para irse al casino, donde se pasan las horas muertas.
Las rentas del estado cordobés eran: 5,480,000 dinares de oro de las contribuciones de las provincias; 765,000 de los zocos y mercados de Córdoba; el quinto del botin cogido al enemigo, y las capitaciones impuestas á los mozárabes y judíos, que duplicaban aquellos ingresos. Véase en Al-Makkarí la curiosa descripcion de la que envió el emperador Constantino á Abde-r-rahman III.
Los árabes, aficionados á simbolizarlo todo, decian que las cuerdas del laud representaban, la primera, que era amarilla, la bilis; la segunda, que era encarnada, la sangre; la tercera, blanca, la linfa; la cuarta, negra, los malos humores. Zaryab añadió una quinta cuerda entre la segunda y la tercera, que correspondia al alma. Véase Al-Makkarí, cap. IV, lib. Véase la nota 2, pág. 98.
Véase Gailhabaud: monumentos antiguos y modernos; mezquita de Córdoba: texto. En efecto, la disposicion neo-griega era la única posible para adaptar á la interseccion de los dos rectángulos que forman los brazos y el árbol de la cruz, la cúpula que representa la bóveda del firmamento en que descansa el trono de Dios.
Véase si no continuaba lo que salta a los ojos, a los del alma quiero decir, de toda persona de gusto. ¡Malhaya el dignísimo Obispo, salvo el respeto debido, malhaya el dignísimo Obispo don García Madrejón que consintió este confuso acervo de adornos y follajes, quinta esencia de lo barroco, de la profusión manirrota y de la falsedad.
Y que solían llevar la barba en forma de cola de delfín lo había dicho el mismo autor en un romance de la Musa VI: «Era Alejandro un mocito a manera de la hampa, muy menudo de faiciones y muy gótico de espaldas. Véase antepuesto al apellido, como se anteponen estos otros nombres. Don Guillén de Castro, El Narciso en su opinión, jorn. I: «D. GUTIERRE. ¿Bueno está el bigote? TADEO. Bueno.
Fué D. Lope muy amado del rey S. Fernando, y le habia ya dado este casas, un horno, una rueda de aceña, quince aranzadas de viña y tres de huerta cuando entró en Córdoba. Véase á Gomez Bravo.
La descripcion mística de los siete cielos, cuyas maravillas fueron reveladas al Profeta en su viaje nocturno sobre el Borak, puede leerse en la Exposicion de la fé musulmana de Mohammed Ben Pir Alí, traducida últimamente al francés por M. Garcin de Tassy. Véase la nota 2.ª de la página 72.
Palabra del Dia
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