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Actualizado: 7 de junio de 2025


Se habían puesto a discutir con animación si la abuelita no habría interiormente correspondido al bisabuelo de Adriana. opinaba Carmen pero ha guardado el secreto, jamás lo ha confesado a nadie, ni a nosotras mismas lo diría nunca. Fue tal vez el único amor verdadero de su vida y un recuerdo que se llevará ella a la tumba.

Maltrana siguió hablando con tono de cólera. Bien podía el rey de aquel tribuno adecentar su tumba; bien podían los representantes de la tradición acordarse un poco del gran artista que les había enardecido con sus himnos oratorios.

He podido morirme, y si esto hubiera ocurrido, en lugar de estar ahora junto a ti, alegre y dichosa, estaría a estas horas tendida en el fondo de una tumba... Pero, ¿qué tienes, amor mío? No me hables así, Magdalena, no me digas nada de eso: harías que perdiera la razón.

Como todos eran hijos de la selva, persistieron en sus muestras de aprobación. Durante las horas de sol y de calor era cuando la selva dormía, sin un estremecimiento, sin un latido, con una calma de tumba.

Un oscuro vapor de opio y de rocío se exhala de su halo de oro, y dulcemente, filtrando por la cumbre tranquila de la montaña, resbala perezosa y armoniosamente por el valle universal. El romero se adormece sobre la tumba, el lis se inclina hacia la onda. Envolviéndose en la bruma se hunde en el reposo.

No, no, mil veces no, es un error perjudicial enternecerse, es preciso guardar las fuerzas para los deberes que estoy obligada a llenar; cuando se está sobre el borde de la tumba, las lágrimas, dice, no en qué parte, la Escritura, debilitan el corazón del hombre. ¡Hoy necesito del mío como en mis tiempos mejores!...

Pero ahora lo , padre mío dijo Eppie . Si no hubiera sido por vos me hubieran llevado al asilo de los pobres y no hubiera habido nadie que me quisiera. ¡Ah! querida mía, la bendición ha sido para . Si vos no me hubierais sido enviada para salvarme, hubiera descendido a la tumba con mi miseria.

Me figuré que los dos monumentos se miraban; me figuré que dos mundos distintos y contrarios sacudian el polvo de su honda tumba, para pedirse cuentas ante la historia: me figuré ver el Asia y la Europa, Mahoma y Jesucristo, Sesostris y Napoleon.

El que acababa de llegar era, efectivamente, Amaury, quien se había hecho llevar en seguida al cementerio. Una vez allí se arrodilló sobre la tumba, oró durante diez minutos y luego dirigiose hacia la la puerta con ánimo de retirarse. Antoñita experimentó un extraño desfallecimiento, pues comprendió que iba a entrar en la estancia.

La declaración de un solo médico basta para condenar a reclusión perpetua; y una vez encerrada la pobre víctima en esa tumba muda, ¿quién reconocería la fatal equivocación en un lugar tan atroz y tan extraordinario que hasta los gestos y las palabras de las personas razonables toman apariencias de locura?

Palabra del Dia

rigoleto

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