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Actualizado: 11 de junio de 2025


El engreimiento y la soberbia se han apoderado de y me han hecho pecar acaso mortalmente. ¿Y cómo es eso? interrumpió doña Inés, sorprendida y sobresaltada. Te diré la verdad contestó Juanita . Yo no he querido huir del peligro, sino buscarlo y arrostrarlo para triunfar de él. No he querido siquiera considerarlo peligro y lo he despreciado.

Comenzó, empero, á inutilizarla un prelado tan lleno de celo religioso como de ignorancia artística; y desde entonces ¡qué de profanaciones! ¡qué de absurdos! ¡Ay! ¿quién sabe si la exagerada de otro prelado llegará un dia á querer destruir las paredes del santuario musulman para erigir un altar bajo su concha de alabastro? ¡Quién sabe si para acabar de hacer triunfar el cristianismo sobre el islamismo hará saltar los ricos mosáicos que cubren los brillantes muros del vestíbulo!

Por más que han matado, incendiado y destruido, por más que han ocupado el sitio de los vencidos, por más que han edificado ciudades y han construido ciudadelas, la población nativa ha acabado por triunfar de ellos. Y los extranjeros, ya celtas, ya teutones, han tenido que volver á pasar los Alpes.

Esto no lo puedo hacer; esto no lo haré; es mas honroso no vengarme; sepa mi adversario que si él fué bajo, yo soy noble, si él fué inhumano, yo soy generoso; no quiero buscar otra venganza que la de triunfar de él á fuerza de generosidad, cuando su mirada se encuentre con mi mirada, sus ojos se abatirán, el rubor encenderá sus mejillas, su corazon sentirá un remordimiento, y me hará justicia

La vida del campo, pues, ha desenvuelto en el gaucho las facultades físicas, sin ninguna de las de la inteligencia. Su carácter moral se resiente de su hábito de triunfar de los obstáculos y del poder de la naturaleza; es fuerte, altivo, enérgico.

Los premios dados por el Gallego no eran gran cosa: un billete de veinte pesos, pañuelos de vistosos colores, un tarro de ginebra; pero los gauchos, orgullosos de sus espuelas, de su cinturón y de su cuchillo con mango de plata, venían á triunfar por el honor y la gloria, regresando á sus ranchos satisfechos de haber demostrado su guapeza ante los gringos trabajadores, incapaces de montar un caballo bravo.

El dolor es la misma ley de la vida, solía decir, y lejos de huir de él, lo que se necesitaba era hacer consistir el deber y el gozo en soportarlo con serenidad. Lo que había querido era substraerse al mal. Lo había afrontado para destruirlo; había descendido hasta allí por cumplir una obra de redención. La fuerza del amor le había parecido suficientemente grande para triunfar de manera inerrable.

Además, podían engañarle en esto las ilusiones de muchachos; y de todas suertes, su padre tenía mucha razón en sacarle de allí para darle una ocupación que, cuando menos, había de ilustrarle el entendimiento y ponerle en contacto con el mundo. En esta prueba, forzosamente había de manifestarse y triunfar su verdadera vocación.

Para ella, lo interesante era satisfacer la violenta necesidad que siempre había sentido de ser idolatrada, de triunfar de todas las demás. Tenía unos ojos de mirar suave, inocente, que engañaban. Nadie creyera que detrás de aquella mirada se ocultaba una voluntad tan firme y tan astuta.

Calla y ten paciencia, que día vendrá donde veas por vista de ojos cuán honrosa cosa es andar en este ejercicio. Si no, dime: ¿qué mayor contento puede haber en el mundo, o qué gusto puede igualarse al de vencer una batalla y al de triunfar de su enemigo? Ninguno, sin duda alguna.

Palabra del Dia

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