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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Con una facilidad asombrosa acomodóse Carmencita a la vida sedante y fría de Luzmela. Su naturaleza robusta y bien equilibrada no sufrió alteración ninguna en aquel ambiente de letal quietud que se respiraba en el palacio; ella lo observaba todo con sus garzos ojos profundos, y se identificaba suavemente con aquella paz y aquellas tristezas de la vieja casa señorial.

Contemplándole, chispeaba el amor en los ojos de Luz; oyéndole hablar enamorado, el fulgor desaparecía tras un velo de negras tristezas. Se la atormentaba con lo que creíamos infundirla alientos, y había que desistir de la empresa. ¡Cómo nos descorazonaba esto!

Pues así vuelven a las tristezas y melancolías de ayer, cuando aun no me amabas, cuando la luz de tu cariño no iluminaba mi alma. A las veces no creo, no puedo creer que me amas, que te amo, y que soy dichoso. Así te explicarás eso que llamas «cosas mías muy raras». Así te explicarás esa lúgubre tristeza, ese desconsuelo que has observado en , y que te hace padecer.

Oyeme: ¡no te apenes si ves que lloro, y déjame, déjame que te cuente todas las tristezas de mi vida! Quise ahorrarle aquella pena, y le pedí que habláramos de otra cosa; le rogué que no me atormentara, con aquella narración dolorosa. ¡A qué saber la historia de Angelina! ¿No me bastaba saber que vivía para ? ¡No! ¡Me oirás! ¡Me oirás, Rorró!

¡Este Rafael! decía a su consejero con aquella confianza que le había hecho relatar más de una vez las tristezas de la intimidad con su esposo. ¡Qué pillo es! ¡De seguro que la estará besando! Déjelos usted, doña Bernarda. Cuanto más se meta en harina, menos peligro de que vuelva a la otra. ¿Volver?... No había cuidado.

Tomaba parte en las alegrías y en las tristezas del establecimiento, arreglaba a menudo las desavenencias entre la administración y los clientes borrachos. Todas las noches se bebía tres botellas de champaña, ni una más ni una menos.

Cambió discretamente de conversación el médico; dimos poco después unas vueltas por la salona, hablando... no recuerdo de qué trivialidades; fuese al cabo de un corto rato, y quedéme otra vez solo; pero ¡cosa extraña! sin inquietudes ni tristezas. ¡Vaya si me dio que pensar la ocurrencia de Neluco!

Yo también soy medianero de tristezas: V. experimentará, al leer lo que voy a decirle, una impresión tan dolorosa como la que yo he sufrido leyendo lo que V. ha escrito.

Allí hablan de un alemán, cuyo nombre no recuerdo porque es muy largo y muy revesado, del cual dicen que tiene ideas así como las tuyas. Y yo me dije: ¡vaya! sin duda que Rorró ha leído los libros de ese señor, y en ellos aprendió esas tristezas con las cuales me apena y me congoja. Pregunté a papá si esas obras están prohibidas, y me dijo que .

Mirándola estaba con sus bellos ojos empañecidos de tristezas, cuando Desdicha la vino a saludar con expresivos arqueos y ronroneos apremiantes.

Palabra del Dia

hociquea

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