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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos o el censo? ¿De sus hijos o de los extraños? 26 Pedro le dice: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. 27 Sin embargo, para que no los ofendamos, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que viniere, tómalo, y abierta su boca, hallarás un estátero: tómalo, y dáselo por mí y por ti.
Es cierto que bajo Abde-r-rahman I los Cristianos de Córdoba no fueron jamás molestados por causa de su religion: pagaban, sí, como pueblo conquistado crecidos tributos, pero eran respetados en sus creencias, tenian sus iglesias y monasterios, donde celebraban públicamente su culto, y no se cuenta que sus ministros, simples sacerdotes ó prelados, sufriesen vejaciones de parte del primer rey Umeya del Occidente.
El Hakem, sobre todo, fue para ella fatal: creó con objeto de oprimir á sus súbditos una milicia permanente, recargó de una manera escesiva los tributos, y sublevó contra sí los ánimos del pueblo. Irritado este, se arrojó á la calle y desahogó su ira contra los recaudadores. Súpolo el Hakem, rugió de cólera, y mandó empalar públicamente en una de las orillas del rio á diez de los rebeldes.
Las pocas fábricas que habia en España se hallaban oprimidas con el peso de muchos i mui grandes tributos: de donde se viene á inferir que estos eran la causa de que las telas fabricadas en estos reinos no pudiesen competir en lo pequeño del precio con las que se introducian de los estraños.
También sería conveniente se criase un ministro de real hacienda, con los dependientes necesarios pagados de los reales haberes, para que atendiesen al cobro de los reales derechos, reales tributos y demás perteneciente a Su Majestad, y principalmente al ramo de tabacos, que aquí son mejores que en el Paraguay, y pudiera adelantarse su cultivo y beneficio con muchos aumentos de la real hacienda.
Sábese por S. Eulogio y Alvaro Cordobés que en los tiempos de persecucion se añadian á los tributos ordinarios que pagaban los cristianos otros estraordinarios, sin duda como castigo y medio de intimidacion.
Vosotros sois los únicos autores de muchas abominaciones que la posteridad no podrá ver escritas sin rubor y confusion. No los satisface ver á los pobres cristianos echados de palacio , privados de estipendio los que militan, y todos en general agoviados con los tributos; ni ver derribados por tierra los templos y monasterios donde quizás vosotros mismos celebrásteis el sacrosanto sacrificio.
Las ciudades se quejan de los tributos, del abuso de los empleos; piensan acusarnos de inteligencias con los ingleses... y la reina... ¡La reina! Se ha propuesto dar con vos en tierra. Sin embargo, yo... he cedido. Habéis cedido tarde... después de haberla insultado. Yo volveré á reducir á su majestad al estado á que estaba reducida. Y yo os ayudaré... yo diré al rey...
No sufrió poco bajo los reinados de Carlos y Felipe: el peso de los tributos llegó á hacerse insoportable; y hubo familias enteras que atravesaron para no volverlo á pisar el umbral de sus hogares. La emigracion voluntaria fue tan grande, que los reyes se creyeron obligados á otorgar nuevas mercedes á los que viniesen á poblarla.
Estos curas tenían de sínodo 476 pesos, señalados en los reales tributos, los que percibía su religión, quien señalaba los compañeros y coadjutores que le parecía, poniéndolos y quitándolos a su arbitrio, o a pedimento de los curas, y a unos y otros les suministraba lo preciso para su comodidad y decencia.
Palabra del Dia
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