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Otras tres piezas de este poeta, de las cuales no hemos hablado hasta ahora, tratan de asuntos españoles tradicionales ó históricos, y son las más antiguas de este género, tan manoseado después, y curiosas por lo mismo . Fúndanse las tres en viejos romances populares, los cuales se copian á la letra, muy oportunamente, en los diálogos.

Las narraciones tradicionales de los antiguos, acerca de Semíramis , se aprovechan en las dos partes de esta tragedia con sumo ingenio, trazando una obra brillantísima, que nos arrebata tanto por su soberbio colorido, cuanto nos admira por el arte magistral, con que están dispuestas las grandes masas de esta composición, tan exuberante en riqueza, y formando un conjunto acabado y harmónico en sus diversas partes.

Una magnífica esfera geográfica, colocada al extremo del salón, parecía preguntarse cuál era su objeto y destino en semejante lugar; y en cambio, los retratos de las dos hermanas de Luis XVI, Victoria y Adelaida, damas tradicionales de Vichy, sonreían, empolvada la cabellera, rosadas y benévolas, presidiendo el certamen de frivolidad continua celebrado a honra suya.

Se ha dicho que eran antropófagos y que continuamente hacian guerra encarnizada á las Cayuvavas y á los Itonamas, para quienes son todavía un objeto de temores tradicionales.

Así, á medida que los examinamos, y atendiendo á su fondo y á su forma, pueden clasificarse las comedias españolas en históricas y fingidas, en mitológicas, pastoriles, tradicionales, simbólicas, burlescas, en comedias de costumbres de cada época, en dramas románticos imperfectos de la historia antigua ó moderna, en comedias de intriga ó de situaciones determinadas, etc., y cada una de éstas, según el punto de vista que se tome y las bases que se fijen de antemano, se puede subdividir casi hasta lo infinito.

Los dos fijaron la vista con ansiosa curiosidad en un grupo que por la calle iba, compuesto de tres personas, á saber: una vieja por extremo tiesa y con un aire presuntuoso que indicaba su adoración de todas las cosas tradicionales y venerandas; una joven, de cuya hermosura no podían tenerse bastantes datos desde el balcón, si bien no era difícil apreciar la esbeltez de su cuerpo, su andar airoso y su traje, en que la elegancia y la modestia habían conseguido hermanarse; y por ultimo, un mozalbete, cuyo semblante no era fácil distinguir, pues sólo se veía algo de patillas, su poco de lentes y unas miajas de nariz.

Pero sus ideas tradicionales se encabritaron ante estos escrúpulos. «El honor es el honor...» Y experimentó la alegría del que, luego de dudar, se convence de que está en lo cierto, al oir que el teniente aceptaba la reparación por las armas con regocijo y con cierta prisa, como si temiese que Toledo se arrepintiera, retirando su proposición. ¡Joven heroico y pundonoroso!

Vi en la existencia de los judíos convertidos de Mallorca, de los llamados chuetas, una novela futura. Luego, al volver a la Península, me detuve en Ibiza, sintiéndome igualmente interesado por las costumbres tradicionales de este pueblo de marinos y agricultores, en lucha incesante durante mil quinientos años con todos los piratas del Mediterráneo.

Se avergonzaban de los antiguos errores que habían adorado, y esto les hacía acoger como indiscutible todo lo nuevo, sin atemorizarse ante las consecuencias.. Era la fe del pueblo, que, una vez toma carrera hacia delante, lo acepta todo, lo defiende todo, sin otra condición que la de la novedad, y desprecia los principios tradicionales que acaba de abandonar.

En todos los puertos de mar, constituídos casi siempre por una población advenediza y aventurera, se forma un espíritu aristocrático endiablado. En las ciudades arcaicas y tradicionales, los individuos que creen formar parte de la aristocracia alegan los prestigios de la clase con más o menos razón; en las ciudades modernas ya no es la clase solamente lo que se defiende, sino el matiz.