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Actualizado: 19 de junio de 2025


No son mala gente afirmaba refiriéndose a sus huéspedes . Los pobrecitos tienen tan poca fortuna, que hay que ayudarles. Ella es una excelente muchacha: tan trabajadora... tan modosita... Pero no van a misa, don Vicente; fíjese usted y verá como nunca entran en la iglesia. El es un impío que ha escrito en los peores papeles.

Pero ya no era ella sola la que cosía, y armaba lazos, y los probaba en diferentes lados del gorro de recién nacido: Adela súbitamente se había convertido en una gran trabajadora. Ya no saltaba de un lugar a otro, como cuando juntas conversaban hacía un rato ella, Ana y Lucía, sino que había puesto su silla muy junto a la de Ana. Y ella también, iba a estar sentada al lado de Ana toda la tarde.

Al iniciarse la huelga, los ricos le habían hecho saber indirectamente la conveniencia de que saliese cuanto antes de la provincia de Cádiz. El, sólo él, era el responsable de lo que ocurría. Su presencia soliviantaba a la gente trabajadora, haciéndola tan audaz y revoltosa como en tiempos de La Mano Negra.

Déjeme su merced ahora dijo Juanita y no venga, con perjuicio de su autoridad, acompañando a una chicuela que lleva un cántaro. ¡Pues no se enojaría poco la señora doña Inés, que tiene tantos humos, si viese a su señor padre sirviendo de escolta, no a una princesa como ella, sino a una pobrecita trabajadora! ¿Qué había de decir? Diría que yo te estaba encomendando algún trabajo.

Si la señora quiere enseñar a esa niña como es justo, ¿va a consultarte a ti el cómo lo ha de hacer? ¿Sabes tan siquiera lo que es educar niños? ¡Si la castiga allá lo tendrá de premio, que así la hará una mujer trabajadora y honrada! Algún día le dará las gracias. ¡, las gracias! Desde el cementerio se las dará. De un mes a esta parte la niña está desconocida.

En esto era consumada maestra Emilia, la más inteligente y trabajadora de las dos hermanas. Había llegado a amar la máquina como se quiere a un animal querido; conocía los secretos de su maravilloso artificio, y había hecho de este un esclavo sumiso.

Es forzoso amoldarse a las circunstancias, y templar el alma en las adversidades. La mía no se dejará vencer de la desesperación. Plan magnífico: mujer de bien, mujer ordenada, mujer trabajadora, mujer exclusivamente práctica, eso es, práctica». ¡Oh, qué tarde!

Luego pasó a la sala, seguida de doña Lupe, que quería meter baza a todo trance: «Tendremos sumo gusto en venir mañana. Aprecio mucho a Mauricia, que a no ser por el maldito vicio, sería una buena mujer, trabajadora, fiel... Y dígame usted: de noche habrá que velarla. Yo no tendría inconveniente en quedarme alguna noche; y si no, mi sobrina...». Dios se lo pague a usted... Se acepta, se acepta.

Nacieron de aquí la confianza y alguna familiaridad, hasta donde es lícito y decoroso que la familiaridad se entable entre una dama principal y una trabajadora plebeya; pero al fin, como doña Inés tenía que mostrarse a Juanita en paños menores para probarse corsés y vestidos, ¿qué mucho que la confianza naciese y creciese?

En nombre de la conciencia humana y del genio de nuestro país, suplico á España que importe en buen hora la costumbre del café cantante; nada más natural que se recree y se civilice oyendo cantar en un café, quien no puede ir al teatro: esto tiene una gran influencia moral, puesto que levanta el sentimiento de la clase trabajadora, y la da decoro, porque la da estimacion de misma, y la separa de hábitos viciosos, únicos donde antes hallaba la satisfaccion de ciertos goces, goces que son la recompensa inevitable de muchas horas de fatiga: traiga en buen hora un recreo digno y moralizador; pero de ninguna manera el payaso; de ninguna manera la sátira.

Palabra del Dia

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