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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Pero, es lo mismo, ¡anda, pillo! ¡Cuando vuelvas te encontrarás con tu coz... te la guardo!... Y se la guardó. Después de la marcha de Tistet, la mula del Papa recobró su vida sosegada y sus aires de otros tiempos. No más Quiquet ni Bélugnet en la cuadra.

También el animal hacía sus preparativos para la ceremonia... Al día siguiente, después de haberse cantado vísperas, Tistet Védène hizo su entrada en el patio del palacio papal.

Por algo se es la mula del Papa, la mula de las bendiciones y de las indulgencias... Por muchas travesuras que hicieran los muchachos, ella no se enfadaba, y sólo a Tistet Védène guardaba ojeriza.

Por la escalera, no había ni qué pensarlo: a esas alturas se sube, pero en la bajada hay peligro de perniquebrarse cien veces... Y la pobre mula desconsolábase, y dando vueltas por la plataforma con los ojazos presa del vértigo, pensaba en Tistet Védène... ¡Ah, miserable, si de ésta escapo... menuda coz te suelto mañana tempranito!

Junto a la escalera estaba la mula, enjaezada y dispuesta a partir para la viña... Al pasar cerca de ella, sonriose satisfecho Tistet Védène y se detuvo para darle dos o tres golpecitos cariñosos en la grupa, mirando con el rabillo del ojo si el Papa lo observaba. La ocasión era propicia... La mula tomó impulso... ¡Toma, allá te va, bandido! ¡Siete años hacía que te la guardaba!

Pasaron siete años, al cabo de los cuales, Tistet Védène, regresó de la corte de Nápoles. No había concluido todavía el tiempo de su empeño en ella; pero había sabido que el archipámpano de Sevilla había muerto repentinamente en Aviñón, y como el cargo parecíale bueno, había regresado muy a prisa para gestionar que se le otorgara.

Desde Pamperigouste tenía que verse el humo... Pues bien, mientras en la cuadra le preparaban este magnífico recibimiento, ¿saben lo que hacía Tistet Védène?

Tistet no era noble; pero el Papa deseaba a toda costa recompensarlo por los cuidados que había tenido con su bestia, y especialmente por la actividad que acababa de desplegar durante la empresa de salvamento. ¡Valiente chasco se llevó la mula al día siguiente! ¡Ah, bandido; algo se ha olido él! pensaba, mientras sacudía con furia sus cascabeles.

Durante seis meses viósele arrastrar su sayo por todos los arroyos de las calles de Aviñón, pero principalmente hacia la parte próxima al palacio papal; porque el pícaro tenía desde mucho tiempo antes sus ideas respecto a la mula del Papa, y van a ver que no iba descaminado... Un día que Su Santidad se paseaba a solas bajo las murallas con su bestia, se le acerca de buenas a primeras mi Tistet y le dice, juntando las manos con ademán de asombro: ¡Ah, Dios mío, gran Padre Santo, hermosa mula tiene!... Permítame Vuestra Santidad que la contemple un poco... ¡Ah, Papa mío, qué mula tan maravillosa!... El emperador de Alemania no tiene otra tal.

No es necesario decir lo satisfecho que iría Tistet Védène al salir del salón del Solio, y con qué impaciencia aguardó la ceremonia del siguiente día; pero mucho más satisfecha e impaciente que el bribón estaba la mula. Desde el regreso de Védène hasta las vísperas del siguiente día, la vengativa bestia no cesó de atiborrarse de avena y cocear la pared con los cascos de atrás.

Palabra del Dia

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