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Actualizado: 17 de junio de 2025
Este, que tanto allá tira la barra, Que las cumbres se dexa atras de Pindo, Que jura, que vocea, y que desgarra, Tiene mas de poeta que de lindo, Y es JUSEPE DE VARGAS, cuyo astuto Ingenio y rara condicion deslindo. Este, á quien pueden dar justo tributo La gala y el ingenio, que mas pueda Ofrecer á las musas flor y fruto,
Pero la muerte tira la cuerda limitada por la mano del hado, y todo lo turba, y acaba el poderoso príncipe como el rústico labriego.
Me ven tocios los días tocar el piano con mano firme, y podrían creer que invento una escapada para librarme de la tizona de Maurescamp, que tira muy bien. Pero si podéis obtener la pistola, por medio de algún argumento honorable, sería muy conveniente para mí.»
El blondo caballero se estremece levemente, alza un poco la cabeza de la almohada, aspira el aire con fuerza por entrambas narices, tira hacia sí por la ropa que le cubre y se oculta otra vez en la almohada, dejando escapar de su garganta un débil y prolongado ronquido.
Pues oiga usted, al mismo tiempo que se orea un poco, me va a hacer un servicio. Estoy a disposición de la señora. Se sale usted a la Ronda... tira usted para abajo, dejando a la izquierda la fábrica del gas. ¿Entiende usted?... ¿Sabe usted la estación de las Pulgas?
Se detuvo unos instantes, como si dudase, y añadió al fin con trágica calma: Tal vez encuentres frente á ti rostros conocidos. La familia no se forma siempre á nuestro gusto. Hombres de tu sangre están al otro lado. Si ves á alguno de ellos... no vaciles, ¡tira! es tu enemigo. ¡Mátalo!... ¡mátalo! Después del Marne A fines de Octubre, la familia Desnoyers volvió á París.
Había también en su interior una tira más pequeña de papel de arroz con dos caracteres exóticos, trazados con tinta china, en los que reconocí inmediatamente la tarjeta de visita de Hop-Sing. La traducción de todo aquello era la siguiente: «Las puertas de mi casa no están cerradas para el forastero; el jarrón de arroz está a la izquierda y los dulces a la derecha de la entrada.
¿Por qué vamos a suponer que el hombre que habla es más consciente de lo que hace que el hombre que tira tiros? Si Carlos Marx no hubiese escrito El Capital, los oradores socialistas, o no dirían nada, o dirían unas cosas muy distintas de las que dicen.
Dentro de la carta de la tía Pepa venía una tira de papel, en la cual escribió Andrés, con aquella su letra torpe y desgarbada: «Para que chupes. Ya eres grandecito, y ya te gustarán los buenos puros. Decía mi amo que un puro bien revoleado disimula la arranquera». Entonces no me gustaba el tabaco. Ricardo se fumó todos los puros.
Anchuras de éstas no se encuentran hasta el camino real: medio día de rodar, agua abajo, en una caballería de buenos pies; un paseo, como quien dice, y de los cortos... Enfrente de ese boquete tienes aquel otro de la mano derecha, por donde se mete una tira que va a acabar en punta allá dentro. ¿Le ves? al pie mismo de la montaña manchada de verde por arriba.
Palabra del Dia
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