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Actualizado: 17 de junio de 2025
DONDE TIRA DO
Celinina iba con ellos, y como por primera vez andaba en aquellas altitudes, se atolondraba un poco. «Ven acá le dijo uno, dame la mano y volarás más derecha.... Pero ¿qué llevas ahí? Esto repuso Celinina oprimiendo contra su pecho dos groseros animales de barro. Son pa mí, pa mí. Mira, chiquilla, tira esos muñecos. Bien se conoce que sales ahora de la tierra.
Pero en casa de Jeromo no se engaña á nadie, y la tía Simona alarga media morcilla de manteca á los marzantes; y éstos, después de echar la primera copla, se marchan relinchando de placer. La familia tira los últimos golpes á la cena, agótanse los jarros de vino, y el chicuelo despierta preguntando por los marzantes.
Y los salvajes presentes mostraron entonces interés en el duelo. Alvaro tira poco. El coronel debe llevarle ventaja. Es más hombre, y además tira con energía. Con demasiada dijo Pepe Castro sacando el pañuelo después de haber arrojado la punta del cigarro y poniéndose a frotar con esmero la boquilla. Todos volvieron los ojos hacia él porque tenía fama de habilísimo tirador. ¿Crees tú?
El arco demandó, una flecha tira, Diciendo: "Justo es mi fama suene." A dó cae la flecha el indio mira: Agüero es: que si cae bien derecha, Su cosa tiene el indio ya por hecha.
Quieta, Cecilita, quieta, que si le enseñas mis cartas a tu tía, me va a ganar. No hagas caso, monina, tira por ellas decía la joven riendo.
«¡Vaya una tarde, caballeros, vaya una tarde! exclamó fatigado; y al chiquillo que servía le dijo : No tomo nada. He comido ya... Mi señora madre nos ha metido en el cuerpo una gallina a mi mujer y a mí... y encima tira de Champagne... y tira de bartolillos.
Por encima de mi cabeza Carmen levanta el brazo, tira el diario y Julio lo caza en el aire. "Sucedió todo en un abrir y cerrar de ojos. Yo me quedé fría, mirando en las manos de Julio estas páginas que contienen, desnudas, tantas cosas íntimas y ardientes que a él se refieren. "No sé si tuvo Julio la intención de abrirlo. No sé si lo hubiera hecho.
Creeríase que la fuerte inervación de la mañana se iba gastando con los actos y movimientos de la persona en el curso del día, y que esta llegaba a la noche en el estado contrario, exhausta como el que ha trabajado mucho. Ya Fortunata se había acostumbrado a este tira y afloja, y ninguna de las extravagancias de su marido la cogía por sorpresa.
En esto le vino al pensamiento cómo le haría, y fue que rasgó una gran tira de las faldas de la camisa, que andaban colgando, y diole once ñudos, el uno más gordo que los demás, y esto le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un millón de avemarías. Y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase y con quien consolarse.
Palabra del Dia
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