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Era el mismo a quien vimos hace mucho tiempo, acaudillando la fiera cáfila que asesinó a martillazos al cura Vinuesa 21 en la cárcel de la calle de la Cabeza. Aquel tigre pequeño vivió mucho. Alcanzó los tiempos de Chico. En la taberna hacía falta un orador para electrizar el selecto concurso. Aquel orador fue Pelumbres, que hablaba mostrando el puño y frunciendo las cejas.

Sólo habían transcurrido algunos meses, pero estaban ya lejanos para Cuadros aquellos tiempos en que el tendero de costumbres tranquilas y rutinarias se indignaba al saber que su hijo iba a los bailes y le esperaba tras la puerta empuñando fieramente la vara de medir. A las cuatro de la tarde entraban las de Pajares en el paseo de la Alameda.

Largo tiempo hacía, que, así en Grecia como en Roma , el pueblo en las calles y los grandes en sus palacios, favorecían á farsantes y bufones; ricos particulares llamaban á los actores á sus casas para celebrar fiestas, en las cuales se recitaban á veces pasajes de comedias y tragedias, y otros dramas enteros ; romanos principales mantenían en sus palacios mímicos que los acompañaban en sus viajes , y en las festividades más solemnes nunca faltaban en Roma bailes pantomímicos . Estas representaciones aisladas, á las cuales no asistía todo el pueblo, sino sólo el populacho en las calles ó los ricos en sus palacios, se fueron haciendo exclusivas en los últimos tiempos de los emperadores.

Me parece apuntó aquí la Esfinge con su voz de fantasma que sin tanto cumplimiento nos entenderíamos mejor y mucho antes. La marquesa cayó en un nuevo asombro al oír la voz de aquella estatua; y si hubiera sabido con qué mote se la conocía, quizás habría tomado la cosa más en serio, creyéndose transportada a los tiempos fabulosos.

Esta galana y sencilla decoracion superior varió mucho en los tiempos posteriores.

Y nos mira con cierto enfado... Nada, señor, no nos comemos la gente... Toma; también hay aquí una monja. ¡Y es guapa...! Buena pieza sería usted, hermana. ¡Qué tiempos!

El haber sido feliz en amores es y ha sido siempre para el hombre el medio más eficaz de seducción. Y esto desde los tiempos heroicos y primitivos hasta nuestros días. Cuando las citadas conveniencias sociales no lo vedaban, los galanes empleaban siempre, como recurso para rendir y cautivar corazones, el recuento de sus felices amoríos ya pasados.

Al comienzo de este diálogo, el maestro se dispone a colocar una hoja de espada en una empuñadura; deplora, en tanto que canturrea, la tristeza de estos tiempos, en que nadie se bate y en que no se concede atención al noble arte de las armas; solamente tiene como discípulos a los antiguos concurrentes a la sala, que combaten la gota o la arterioesclerosis. ¡La guerra ha matado al duelo, lo mismo que mató a la conversación!

Lo que deseaba Fernando era imposible. ¿Por qué empeñarse en romper el encanto de sus relaciones con algo brutal que traería forzosamente una separación? En otros tiempos, ¡tal vez!... cuando era hermosa. Pero ahora se daba cuenta de lo lamentable que podía ser la impresión del hombre que la poseyese.

Y hace mal en afirmarlo de tal manera, pues, como dice el proverbio: «La gallina que canta es la que huevos ponePor aquellos tiempos no había más que una gallina en Sol de Oro... Había también un gallo joven que cantaba con voz clarísima y ese gallo, señor Delaberge, usted le conoce mucho mejor que yo... ¡Cállese!... La desgracia la ha vuelto a usted mala, ¡pobre mujer!...