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Después de haber saludado a los forasteros, profirió sentándose en una butaca: Acabo de leer en esta novela un capítulo precioso ... ¡precioso!... No pude resistir a la tentación de venírselo a leer a éstas.... Se detuvo porque no se atrevía a proponérselo a Castro y Ramoncito, aunque lo deseaba. Era muy amigo de leer en alta voz, por lo mismo que lo hacía medianamente.

¡El mundo! ¡la tentación! ¡siempre combatiéndome, siempre poniéndome á punto de ser vencido! exclamó con acento desesperado ; ¡siempre fijo en el recuerdo doloroso de la una, la aspiración desesperada, oculta, comprimida, hacia la otra!

Su razón se aclaraba. ¿Habían entrado personas a la habitación? Ya era de noche, sin duda. No se escuchaba ruido alguno en la casa. Abajo, en la calle, sonó un rumor de pasos numerosos que fue decreciendo. Era tal vez una ronda nocturna. Entonces, la primera tentación de su espíritu fue rememorar, una vez más, toda su aventura.

Pero como en Simón había algo ingénito que le obligaba a caminar siempre, aunque sin fijarse en el punto de parada, desechó la tentación fundándose en que Madrid era demasiado grande para que nadie reparara en un hombre como él; y él quería, por más que no lo intentara en una forma concreta, descollar, un poquito siquiera, sobre el común de las gentes que le rodearan.

Entonces exclamo desde el fondo de mi conturbado corazón: Mi virtud desfallece; Dios mío, no me abandones. Apresúrate a venir en mi auxilio. Muéstrame tu cara y seré salvo. Así recobro las fuerzas para resistir a la tentación. Así renace en la esperanza de que volveré al antiguo reposo no bien me aparte de estos sitios.

La señora Princetot se volvió riendo con aquella risa llena de sensualidad que formaba tan graciosos hoyuelos en sus mejillas y su boca vino a encontrarse tan cerca de los labios de Delaberge, que éste no supo resistir la tentación... La besó ardorosamente; rodaron al suelo las flores que ella había tomado y Miguelina cayó, sin darse cuenta, en los brazos de su huésped.

7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, 9 donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras, cuarenta años. 10 A causa de lo cual me enemisté con esta generación, y dije: Siempre yerran ellos de corazón, y no han conocido mis caminos.

Y señalaba con la punta de su látigo una cumbre brumosa que se elevaba á la derecha del camino. Creo agregó que jamás ha hecho usted esa peregrinación. Es cierto. A menudo he tenido tentación de hacerla, pero sin saber por qué, la he aplazado hasta ahora. ¡Pues bien! eso nos viene perfectamente, pero es ya bastante tarde, y si gusta, es preciso apresurarse un poco.

Yo preferiria que estos balcones tuviesen maderas; preferiria que los transeuntes no tuvieran la tentacion contínua de ver dos balcones á su disposicion, dos balcones que pueden tocarse con la mano; pero visto que esto es aquí un hecho normal, me parece tan extravagante y tan ridículo querer otra cosa, como lo seria en Constantinopla el pretender que cada casa no fuese un palacio encantado.

El advenimiento del hombre, con su inteligencia precaria, en medio de la Naturaleza, trae aparejados el desorden, la discordia, las dudas y confusiones, en cuanto a la finalidad. ¿Qué otra cosa es la inteligencia normal humana sin tentación al desorden y torpeza de coordinación?