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Actualizado: 26 de octubre de 2025


De pronto, como con repentina sonrisa del cielo, el sol hizo una especie de irrupción en la tenebrosa selva, derramando un torrente de esplendor, alegrando cada hoja verde, convirtiendo las amarillentas en doradas, y brillando entre los negruzcos troncos de los solemnes árboles. Los objetos, que hasta entonces habían esparcido solamente sombras, eran ahora cuerpos luminosos.

El Sultán, que en aquella tenebrosa obscuridad que envolvía la estancia estaba en ayunas de lo que pasaba en derredor de , exclamó impaciente: Querido Ben-Farding, ¿has dado ya en el encanto, conoces el sortilegio que embarga los sentidos de mi esposa? ¡Habla, habla!...

La voz, que durante breve rato había regalado con encantadora música el oído del hombre extraviado, se iba perdiendo en la inmensidad tenebrosa, y a los gritos de Golfín, el canto extinguiose por completo.

Se lo repartirían todo, entrarían a saco en las casas, nos comeríamos unos a otros, como los caribes. No, muchacho; piénsalo con calma. ¿Cómo pueden vivir las personas de bien sin curas y sin soldados, sobre todo sin soldados? Y el antiguo guardia civil acompañaba con un gesto de repulsión y de horror esta tenebrosa pregunta.

No había más remedio que dilatar el experimento, tanto por esto cuanto porque convenía hacerlo a la luz del día. Cogió a su nieto, y sin decirle palabra lo llevó hasta una pieza que había debajo del alero del tejado y servía de trastera. Al abrir la puerta y ver aquella cueva tenebrosa, el niño retrocedió asustado. No, yo no entro ahí, abuelito.

El aliento me faltó, flaquearon mis rodillas; pero el fantasma despidió de un pequeño resplandor, semejante al que produce un fumador en una escalera tenebrosa aspirando el humo de su cigarro, y a su escasa luz reconocí brevemente a Asmodeo, héroe del Diablo Cojuelo.

Con el saboreo de aquellas noticias y de estas «seguridades», sin un astro visible en el cielo, la tierra envuelta en la más cerrada y tenebrosa de las noches, y empezando a lloviznar, me dejé sumir en la barranca que se abría a corta distancia del santuario, encomendando mi alma a Dios y mi vida al instinto del cuadrúpedo que me conducía.

La otra potencia de que se valía doña Inés, sin estudio, espontánea y sencillamente para blanquear y hasta para dorar la tenebrosa negrura de su concepto schopenhaueriano del mundo, era el sentimiento vivísimo y atinado, fuente inexhausta de puros deleites, con que percibía su alma toda belleza, tanto espiritual cuanto corpórea. Llamar a esto buen gusto me parece poco.

Además, en la calle de la Escalinata creo que ha habido ayer otra reunión por el estilo. Oír esto García y perder la razón fue todo uno. Y en su locura furiosa comenzó a desbarrar de un modo lamentable. Lo mejor que se le ocurrió para contrarrestar la obra tenebrosa de aquella vil canalla fue ir a visitar al inspector de policía del distrito y prevenirle de tales focos de conspiración.

La pena de Demetria no puede describirse. Su llanto, su desesperación hubieran conmovido á aquel monstruo de ingratitud si hubiera podido verlos, le hubiera hecho tal vez aceptar de nuevo un yugo tan dulce. Pero no vió nada. En aquellos momentos triscaba solitario por el monte en espera de la noche tenebrosa y con ella de algún lobo cruel que castigara su perfidia.

Palabra del Dia

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