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Actualizado: 28 de julio de 2025


¡Virgen Santísima! exclamó don Rosendo poniéndose horriblemente pálido. La frente se le cubrió de un sudor frío, y las piernas le flaquearon. No tenga usted miedo por lo que ya pasó, amigo. Bajemos a recibir a Gonzalito. Bajaron en efecto al muelle, donde acababa de saltar un joven alto, rubio, de gallardo aspecto, vestido con un largo gabán que casi le llegaba a los pies. ¡Tío! ¡Gonzalo!

El corazón me dio un vuelco, y las piernas me flaquearon. Llegaba el momento crítico que había de resolver mi suerte. Haciendo un esfuerzo sobre mismo, acerqueme sonriente a las jóvenes. Debía de estar o muy rojo o muy pálido. Isabel no me dejó pronunciar una palabra. Si me hubiese dejado, no si hubiera sido capaz de hacerlo.

Sus brazos se abrieron y buscaron en el aire un punto de apoyo. Trató de arrancarse el estilete de acero que tenía clavado, dió dos pasos vacilantes, sus rodillas flaquearon y cayó dando un suspiro aterrador. Al caer, la aguja se lo introdujo hasta la cabeza de zafiros. Sufrió una convulsión que le hizo volverse de espalda y se quedó inmóvil.

Silenciosa y tímida, quiso marchar sola al pisar la cubierta; sus fuerzas flaquearon, vaciló y todas las señoras que a bordo se encontraban, corrieron a sostenerla.

El aliento me faltó, flaquearon mis rodillas; pero el fantasma despidió de un pequeño resplandor, semejante al que produce un fumador en una escalera tenebrosa aspirando el humo de su cigarro, y a su escasa luz reconocí brevemente a Asmodeo, héroe del Diablo Cojuelo.

Júzguese, pues, de su sorpresa, cuando al quinto día vio entrar a su tía corriendo y desatalentada, la cual, precediendo a un caballero, abrió la puerta del tocador, diciendo: ¡Aquí está! Judit intentó levantarse por cortesía, pero sus piernas flaquearon; y conociendo que iba a desmayarse, se dejó caer sobre el sofá en que estaba sentada.

A Ramón le flaquearon las rodillas, y cayó sobre ellas, desfalleciendo... El padre de Lita creyó ver en ese desfallecimiento la confesión del crimen, pues se le presentaba el caso como un crimen, y vociferaba a la criada y a su hijo, en el paroxismo de su cólera: ¡Fuera de aquí!... ¡Que yo no vea más la cara de ustedes!... ¡Pronto, fuera, si no quieren que los haga echar por la policía!

Palabra del Dia

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