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Y que esto hecho, le hagan tender los brazos al tal novel, é que aquellos sus parientes que allí andan con él como padrinos, le dén ciertos azotes en los brazos con unas hondas, para que se acuerde y tenga memoria de la tal jura que allí hace y merced que le fué hecha.

Un pastorcillo de Luzmela, que tornando las ovejas la tropezó, oyóla suspirar un nombre conocido, como en demanda de amparo, y además la vió tender sus manos en la sombra creciente de la noche y no atinar con ningún sendero y perderse en la soledad silente de la vega.

Unido esto á que el Ingeniero inglés Alfredo Jee, que hacía de maquinista, tuvo tiempo antes de morir de quitar alguna fuerza á la máquina, dió por resultado que la locomotora encalló en las rocas que hay al pie del terraplén, por su parte menos elevada, y se paró, no sin haber dado dos vueltas enteras en el aire y el ténder una.

Consérvalo como recuerdo mío. Dicho esto, saltó a la piragua, hizo tender las velas y se dió a la mar saludando por última vez a sus amigos. El Capitán y sus compañeros, que no habían comprendido el significado de aquellas palabras, creyeron que aquellos paquetes contendrían regalos de poco valor; pero ¡cuál sería su sorpresa cuando, abiertos, vieron que estaban llenos de polvo de oro!

No se premite tender rropa, y ni clabar clabos, decía en una pared, y D. José exclamó: «¡Vaya una barbaridad!... ¡Ignorantes!... ¡emplear dos conjunciones copulativas!

Se incorporó, y al tender su vista de un extremo á otro de la embarcación, no pudo retener un grito de sorpresa. Se llevó una mano á los ojos, restregándoselos para ver mejor. Estaba solo. Noche de misterios y despertar asombroso No pudo comprender la desaparición de sus compañeros. Es más: presintió que este misterio no lo aclararía nunca.

Abrí la boca para contestarle agriamente, pero contúvome la prudencia, pues pensé que por vengarse y contrariarme, era muy capaz Susana de chamuscar el pavo. Poco tiempo después pasamos al comedor, y no pude menos que echar una mirada desolada sobre los tapices sucios y usados que caían en jirones. ¡Y luego Susana tenía un modo tan original de tender la mesa!

La joven se hallaba en el pequeño gabinete contiguo al salón. Recibióme con una dulzura pensativa, que me conmovió. Yo mismo sentía en aquel momento esa tranquilidad de corazón que dispone á la confianza y á la bondad. Resolví, echándolas de Quijote, tender una mano caritativa á aquella pobre abandonada.

Promesa y amenaza, placer que oculta el llanto, duda cruel, que el alma despedaza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sentir el frágil cuerpo deshacerse al peso de la edad agobiadora, y caminar con paso vacilante, mústios los ojos y el cabello cano; y, buscando un apoyo, á cada instante ¡triste tender la temblorosa mano!

Ya adoptaba posturas de ángel de Murillo; ya cogía un objeto y acertaba a llevarlo a la cálida boca, en la impaciencia de la dentición retrasada; ya ejecutaba con indecible monería ese movimiento cautivador entre todos los de los niños pequeños, de tender no sólo los brazos, sino el cuerpo entero, con abandono absoluto, hacia la persona que les es simpática; actitud que las nodrizas llaman irse con la gente.