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Actualizado: 18 de junio de 2025
Encendió un cigarrillo, se tendió en un sofá y permaneció arrojando círculos de humo que subían, formando espirales, hacia el techo del estudio.
Por fin, en la recopilación y exhortación su piadosa ira tendió las alas, y entonces le salieron los párrafos a su gusto.
Juan, usted era un amigo más obediente en otro tiempo... ¡Entonces cumplía todas las órdenes de Teresita! Juan se estremeció y sin fuerzas ante el recuerdo del querido pasado, que era su único placer, tendió su caja de fósforos.
En seguida, púsose lívido el rostro de Juanita... la puerta acababa de abrirse y Carlos apareció. Juanita, sin dirigirle un reproche, tendió hacia él sus manos, como en señal de perdón. Carlos se precipitó a estrechar aquellas manos, que cubrió de lágrimas y besos. ¿Por qué lloras, Carlos? le dijo; soy muy dichosa... ¡Te vuelvo a ver!
Sus ojos extraviados miraron hacia la puerta; y había tal seguridad en sus palabras, que Maltrana se volvió, creyendo por un momento en la certeza de la alucinación. Con grandes esfuerzos pudo llevarla hasta el pobre lecho y la tendió en él, creyendo terminada la crisis.
Pero Flavia, que no se avergonzaba de su amor, radiantes los ojos y ruborizado el rostro, tendió su mano a Sarto. Nada dijo, pero a nadie que haya visto a una mujer en la exaltación producida por el amor, podía ocultársele lo que aquel ademán significaba.
Treinta, y bien sabe Dios que nada gano.... Treinta, no me diga que no, porque me muero de rabia. Vamos... choque usted. Batiste agarró la cuerda y tendió una mano al vendedor, que se la apretó enérgicamente. Trato cerrado.
La joven bajó los ojos con una turbación inexplicable... Luego levantó la vista y fijola confusamente sobre Farinelli, a quien tendió su mano.
Y ahora dijo Laura después de un silencio les pediré un favor, muy en serio. Quiero que delante de mí, ahora que todo está explicado, y para que no haya entre nosotros ninguna cosa ambigua, se den los dos un abrazo de reconciliación. Ambos quedaron inmóviles. Pero Laura insistió, suplicó, y al fin tendió hacia Julio su mano, voluntariosamente. Entonces él obedeció.
El Magistral abrió entonces su balcón de par en par y tendió el cuerpo sobre la barandilla, hacia la casa de Barinaga, pretendiendo oír algo. Al principio parecía aprensión lo que oía, como si sonara dentro del cerebro... pero después, cuando se vio luz detrás de los cristales, el Magistral pudo asegurar que allí dentro reñían, arrojaban algo sobre el piso de madera....
Palabra del Dia
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