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Actualizado: 1 de julio de 2025


»Al despedirse el doctor de , le pregunté qué juicio formaba del estado de la enferma. Movió la cabeza tristemente. » Con un espíritu doliente me dijo dentro de un cuerpo sano, como antes, había para temer y para esperar; pero en el caso inverso de ahora, cuando el cuerpo se muere a escape, sólo queda que temer, porque el contenido se va con el continente.

La abrió, sin temer el diluvio de flechas que le dispararon; alzó a Balarán en sus brazos para que los de su bando le vieran, y en seguida, con titánica fuerza, arrojo por el aire el cuerpo inerte, que dio tremendo golpe en el despejado o en el claro abierto por la gente de guerra al apartarse horrorizada.

Hecho esto, se fueron a ver la ciudad, y admiróles la grandeza y suntuosidad de su mayor iglesia, el gran concurso de gente del río, porque era en tiempo de cargazón de flota y había en él seis galeras, cuya vista les hizo suspirar, y aun temer el día que sus culpas les habían de traer a morar en ellas de por vida.

Otros le seguían por interés, muchos por miedo; don Cayetano, incapaz de temer a nadie, le servía y le amaba porque, según él, era el único hombre superior de la catedral. El Obispo era un bendito, Glocester un taimado con más malicia que talento; el Magistral un sabio, un literato, un orador, un hombre de gobierno, y lo que valía más que todo, en su concepto, un hombre de mundo.

Villafría, población muy adelantada, producía este efecto en el P. Enrique. Nada amilanaba su corazón, ni allí tenía que temer nada; pero su entendimiento estaba amilanado y reconocía su carencia de influjo. No afirmo yo que se establezcan corrientes magnéticas; pero, sin decirlo como verdad, puedo decirlo como imagen; entre sus paisanos y él no había corriente magnética alguna.

El pobre señor, abstraído de todo, se olvidó hasta de la administración de su casa. Si en aquellos días se viste su mujer de Emperatriz de Golconda, la mira y se queda tan fresco. Con la pérdida del apetito trastornose su naturaleza. Francamente, había motivo para temer en él una perturbación grave.

Quedose, pues, mi madre casada y enamorada, y si no con el dolor de viuda, con las angustias de ausente; que las mujeres que bien aman, aunque yo de amores no entienda, tengo para que han de recelar y temer por todas partes una mudanza o un peligro que les roben su esposo, y a verle no vuelvan. Pasaba el tiempo, y mi padre no volvía.

Es necesario temer que el pensamiento sereno que se aproxime a golpear sobre las exterioridades fastuosas, como sobre un cerrado vaso de bronce, sienta el ruido desconsolador del vacío.

Pero, en fin, señor replicó la joven balbuceando ; ¿usted cree... está seguro, que no tengo nada que temer por mi marido?... ¿que no puede ser herido? Estoy persuadido de ello. Bien, señor... gracias; le saludo, señor. Siguiole con la vista, hasta que hubo salido, y tomando después la mano de su madre: ¡Ah, madre! dijo . ¡Siento que me voy volviendo criminal!

En buena Lógica el argumento negativo para hacer prueba, entre otras cosas pide, que el sugeto que calló la cosa pudiese y tuviese necesidad de decirla. El Pueblo se gobierna mas por los sentidos que por la razon: los bienes sensibles le atrahen, y los moles sensibles le hacen temer, y le contienen.

Palabra del Dia

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