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Actualizado: 1 de julio de 2025


Pero abriendo aquella ventana que tenía vistas al cielo, ya no había que temer». La Regenta habló de Santa Teresa con entusiasmo de idólatra; el Magistral aprobaba su admiración, pero con menos calor que empleaba al hablar de ellos, de su amistad, y de la piedad acendrada que veía ahora en Anita. Don Fermín tenía celos de la Santa de Ávila.

Los gritos no obstante de perro judío y de marrano, que los más desaliñados y maleantes no se cansaban de repetir, sobreexcitaron las malas pasiones. Todavía quedaba alrededor del denostado, un claro o vacío no pequeño; pero el círculo se iba estrechando, y era de temer, era casi seguro, que pronto las ofensas de palabra iban a convertirse en rudas ofensas de hecho.

Si en Madrid era uno de tantos, en Vetusta no podía temer a más de cinco o seis rivales importadores de semejantes maneras. En los meses de vacaciones aprovechaba el tiempo buscando el trato de las familias ricas o nobles de Vetusta.

No, parecía muy satisfecho y meneaba la cabeza con aire aprobador; después se dirigió a la mesa y escribió algo sobre un gran papel. ¡Oh Dios mío! exclamó Marta, levantando las manos al cielo. Elena la miró temblando; pero la viuda evitó la explicación, diciéndole, mientras se iba del cuarto: No temas, querida. Hay secretos que un día conocerás. Por ahora no tienes nada que temer.

Entre tanto crecía la carestía, lloraban los pueblos y se podía temer con fundamento que la peste ó la desesperación destruyese aquella ilustrísima iglesia.

El soldado se despidió tristemente de , diciéndome que aun pudiera tener esperanza dentro de los tres años, plazo necesario para que su visión pudiera repetirse, sin temer yo nada por la seguridad de los tesoros, pues estaban a salvo enteramente en tanto que estuviesen en su custodia.

¡Vaya, muchacho.... Ten valor!... Fía en .... Si algo tenemos que me parezca grave, no tardaré en avisarte... pero no quiero que vivas engañado.... Todas las cosas tienen su fin.... El estado general de tu tía es malo, malísimo, pero, repito: por ahora no hay que temer.... Más tarde, cualquier día.... En fin.... ¡Dios dirá! Vete con Dios. Al pasar hablé con Andrés. No tengas cuidado, amito.

Catalina, frente a aquel grandioso espectáculo, se sentía más serena, más tranquila que durante el sueño. «¿Qué importancia tienen nuestros dolores pasajeros, nuestras inquietudes y nuestras penas? se decía la anciana . ¿Para qué importunar a la Providencia con nuestras lamentaciones? ¿Por qué temer el porvenir?

El motivo, ó mejor dicho, la ocasión de exacerbarse el mal y de aparecer de repente con tan medrosos síntomas, era para todos un misterio. Esto no obstaba para que Doña Blanca empezase á temer que pudiera caer sobre ella el crimen de infanticidio por esquivar el delito de hurto.

Vámonos al Andulucía , que es la más ancha del mundo; y pues yo te hago la costa, no tienes que temer nada; que, con el romance que dice: «Tendré el invierno en Sevilla y el veranito en Granada» , no hemos de dejar lugar en ella que no trajinemos. Y volviéndose a la ventana que salía a la calle, le dijo: Hágote puerta de mesón.

Palabra del Dia

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