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Actualizado: 16 de junio de 2025
Una obra teatral llegará, cuando más, hasta siete actos y cambiará sus decoraciones quince ó veinte veces: pero le es imposible ir más allá. Una novela, lo mismo que una historia cinematográfica, puede disponer de tantos escenarios como capítulos, tener por fondo los más diversos paisajes y por actores verdaderas muchedumbres.
En mis diversos viajes he podido visitar las bibliotecas nacionales y extranjeras más ricas en obras de esta especie; he tenido ocasión de llenar las lagunas que no habían podido colmar mis lecturas; he reconocido ciertas fuentes de la historia del teatro español, ignoradas por completo hasta ahora y no poco curiosas, y por último, merced á mi residencia en España, me he familiarizado con su literatura dramática y arte teatral moderno.
No obstante, había cierta exageración de mal gusto en esta fisonomía arrobada y celeste que la tinta azul le prestaba. Aquélla no era la Marta verdadera, ingenua y modesta en su expresión como en sus rasgos, sino otra Marta afectada, teatral y fantástica. Ricardo concluyó por decirle que con ninguna luz estaba mejor que con la natural. La niña exclamó de repente: ¡Y el Menino, Ricardo!
En ninguna parte del mundo tiene la prostituta la instruccion y la fascinacion teatral que en Paris: en ninguna parte del mundo tiene la fantasía tantas imágenes y tantas formas para embellecer la fealdad: en ninguna parte del globo conocido se hace de la prostitucion una especie de apoteosis ó de reinado.
Los demás, cuando se enteraron del asunto, también rieron. Elena se aprovechó lindamente para embromar a su concuñado y ponerle de veras amoscado. Comenzaron en efecto los ensayos del drama o más bien alta comedia según el tecnicismo teatral. Tristán se trasladó a Madrid con su esposa y comenzó a asistir a ellos.
Había dicho «¡Fuera todo el mundo!» Iba a hacer una de las suyas. Pero ni llegó lo que el público esperaba, ni el Nacional dejó de marchar tras él, capote al brazo, adivinando con su astucia de antiguo peón habituado a las marrullerías de los matadores la falsedad teatral de esta orden.
Yo reniego de la sangre que va a mezclarse con la de la gente vil, matadora de Cristo, y me quedo con la mía, con la de mi padre, que acabará conmigo pura y honrada. Señalaba la puerta con ademán arrogante, dando por terminada la entrevista. Pero luego pareció darse cuenta de lo extemporáneo y teatral de su protesta, y bajó los ojos, se humanizó, tomando un aspecto de mansedumbre cristiana.
Aquí reside la dificultad suprema del arte teatral, el abismo de imperfección que constriñe á los grandes comediantes á esfuerzos inacabables de observación y estudio.
Los actores solicitaron entonces del rey Carlos VI nuevo permiso, concediéndoseles el 4 de diciembre de 1402. En su virtud continuaron en París y sus cercanías, y hasta llevaron por las calles su traje teatral. Llamáronse desde entonces los hermanos de la Pasión, nombre consignado en el privilegio, dimanado del primero y más célebre drama que habían representado .
Fortunata parecía contenta, y deseaba que la hora llegase pronto para abreviar la expectación y perplejidad en que los dos amantes estaban, sin saber qué decirse. A ella por lo menos no se le ocurría nada que decirle, y aunque a él se le pasaban por el magín muchas cosas, tenía cierta aversión innata a lo teatral, y no gustaba de hablar gordo en ciertas ocasiones.
Palabra del Dia
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