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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Pasó un hombre con un cesto de naranjas, y al sorprender Isidro una ávida mirada de su novia le hizo detenerse. ¡A soltar en seguida lo mejor del cesto! A Feli le gustaban las naranjas; aún no las había probado aquel año, y él era capaz de tender a sus pies, como alfombra de oro, toda la cosecha de los campos valencianos.
El capital al servicio de la industria había civilizado territorios salvajes, había destruido fronteras históricas, estableciendo mercados en todo el globo: él era quien surcaba las tierras vírgenes con los rails de los ferrocarriles, quien removía los mares para tender los cables telegráficos, quien ponía en comunicación los productos de uno y otro hemisferio, venciendo los rigores de la naturaleza y evitando las grandes hambres que habían hecho rugir á la humanidad en otros siglos.
Pero, decididamente exclamó el señor de Maurescamp , ¿qué es lo que quiere usted? ¿qué me pide? Prentende, acaso, ¡esto sería demasiado fuerte! que vaya a tender la mano al señor de Lerne, excusarme con él, y pedirle que vuelva a reanudar sus relaciones con usted? Sí contestó con energía... eso es lo que le pido.
Toda su beldad, todo su resplandor, todo su atractivo, no es más que el reflejo de ese sol increado, no es más que la chispa brillante, transitoria, inconsistente, de aquella infinita y perenne hoguera. Mi alma, abrasada de amor, pugna por criar alas, y tender el vuelo, y subir a esa hoguera, y consumir allí cuanto hay en ella de impuro. Mi vida, desde hace algunos días, es una lucha constante.
Don Salvador tendió horizontalmente el bastón que llevaba en la mano para señalar una planta, y entonces Fortuna dio un salto por encima del bastón con gran agilidad y luego se quedó sobre sus patas traseras, erguido y grave; volvió a tender su bastón don Salvador y volvió a saltar Fortuna, pero entonces se quedó con las manos apoyadas en el suelo y las patas traseras por el aire.
Empero, para el que, desengañado á fuerza de tristes experiencias, veía en todas partes desconcierto y desorden, apatía y embrutecimiento en las clases inferiores, desaliento y desunión en las elevadas, sólo se presentaba una respuesta y era: tender las manos á las cadenas, bajar el cuello para someterlo al yugo y aceptar el porvenir con la resignación de un enfermo que ve caer las hojas y presiente un largo invierno, entre cuyas nieves entrevé los bordes de su fosa.
La enseñanza que se proponga fijar en los espíritus la idea del deber, como la de la más seria realidad, debe tender a hacerla concebir al mismo tiempo como la más alta poesía. Guyau, que es rey en las comparaciones hermosas, se vale de una insubstituíble para expresar este doble objeto de la cultura moral.
Los que iban en la máquina y en el ténder rodaron por la pendiente movediza del terraplén. ¡Ni ellos mismos saben cómo! Los más afortunados quedaron en pie, y huyeron de la mole que se les venía encima.
Perdóneseme la jactancia: yo descubro, al tender mi penetrante mirada por el Universo, cien veces más vida y más inteligencia que la que ve la inmensa mayoría de los hombres.
Dudo de que pueda mi ser finito satisfacer su amor enlazándose a un ser infinito, que ni cabe en su entendimiento ni su razón comprende. El amor aspira a Dios; pero ¿cómo alcanzarle? La fe me da alas para llegar hasta ti; pero tengo perdida la esperanza, y las alas se rompen. Dejé de tender el vuelo hacia ti.
Palabra del Dia
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