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Afligidísimo por esta causa, se salió del Rancho del enfermo y postrado en tierra, con lágrimas y súplicas muy afectuosas, empezó á pedir á Dios que por su piedad y por los merecimientos de su Hijo Santísimo, le concediese la gracia de darle á aquella alma, comprada con el precio de su sangre, el uso de la razón.

Aquí lo que importa es vigilar mucho, y fuera de esto, cada uno puede hacer lo que mejor le parezca para pasar la noche.... A estas horas duermen Dios y los santos. Algo tienen que descansar después de pasarse el día oyendo súplicas y cánticos, recibiendo incienso y ardiéndoles los cirios junto a la cara.

Ni súplicas ni razones valían de nada. Estaba loca de ira. Te llamaba infame y traidor. A , ¡figúrate cómo me pondría!... Entonces no tuve más remedio que apelar al último recurso... por más que sea un poco fuerte añadió en voz más baja y alterada. ¿Qué recurso? preguntó Gonzalo con curiosidad. Venturita guardó silencio algunos momentos.

Cuando, atendiendo a las reiteradas súplicas de aquélla, pensaba en realizar su hacienda, recibió la triste noticia de su fallecimiento. Inmediatamente se puso en camino para España, a fin de encargarse de aquella hermanita de trece años que quedaba abandonada.

Se sacrificaban los hombres: se llenaban los Altares de sangre: no acompañaba la humildad á las súplicas, ni iban conformes el corazon y la lengua. No hay Nacion, por bárbara que sea, que no tenga Religion, porque están plantadas en el corazon de todos los hombres las semillas de ella.

Uno de los más terribles martirios que la niña padecía era cuando Amalia se encaprichaba en que no llorase. Unas veces la dejaba gritar y gemir bajo los golpes: parecía que se gozaba en las lágrimas de la criatura, en oír sus ardientes súplicas repetidas entre sollozos; pero en ocasiones se empeñaba en que sufriese en silencio.

Sin dejar de desaprobar su conducta, cedí a sus súplicas en interés de esa pobre niña y en el tuyo. ¿En el mío? Sin duda. Esta complacencia te aseguraba las bondades de tu tío, muy necesarias para establecerte, dada la exigüidad de tu patrimonio.

Admiraba ingenuamente la falta de escrúpulos de estos mozos, que vivían de poner a contribución las ilusiones de las extranjeras de paso, y se compadecía a él mismo recordando sus debilidades con cierta mujer. A estas distracciones que le ofrecía el trato con algunos torerillos uníase la pegajosidad de cierto entusiasta que le perseguía con sus súplicas.

Yo entiendo que esto no llega a conseguirse jamás con súplicas y excitaciones de una parte. En ambas, para que prevalezca, ha de nacer de un modo espontáneo. Además, yo soy orgullosa y detesto la ficción y la mentira, aunque la piedad las motive.

No podía él ya justamente hacerse desentendido á aquellas súplicas, y más cuando la gracia no sería menos poderosa que la eficacia de sus palabras para su conversión, y para que con la salud del cuerpo recibiesen también la del alma; por esto preguntaba á los enfermos si de corazón creían en Jesucristo, y querían bautizarse; y respondiendo ellos que verdaderamente.