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Actualizado: 4 de octubre de 2025
Supieron los mensajeros tratar con tanta destreza el negocio, que poco después nos salieron ellos al encuentro, trayendo en una gran canoa á un español llamado Juan García, y se excusaron buenamente de la traición pasada; mas aún ahora se mostraron pérfidos y mentirosos, porque preguntados si tenían más esclavos respondieron que no, y supimos después en la Asunción que tenían otros tres.
Los supernumerarios que la hacían la corte en el salón, no supieron nunca cuán cerca habían estado de la dicha. Para ocupar sus ocios, no encontró nada mejor que acabar la ruina moral del anciano duque.
Como no había por qué ocultar la cosa, no se ocultó; los de la sala supieron enseguida el pronóstico, nada reservado, de D. Basilio.
De común acuerdo, el matrimonio y el fraile determinaron pedir al obispo, con humildad, pero con energía, que obligase al seminarista a cumplir la ley de Dios y la ley de los hombres. Hasta la hora de comer, Belarmino y Xuantipa no supieron nada de la fuga. Xuantipa, que se había convertido en una beata rabiosa, venía de pasar tres horas en la iglesia de San Tirso.
»Esto todo era público y notorio en toda la ciudad, y todos hablaban dello; y más hablaron cuando supieron que Luscinda había faltado de casa de sus padres y de la ciudad, pues no la hallaron en toda ella, de que perdían el juicio sus padres y no sabían qué medio se tomar para hallarla.
En posiciones elevadísimas no puede sostenerse todo el rigor de los principios, según dice la gente, aunque ciertas leyes sí deben regir en todas partes. Sin embargo, como así viene de atrás, debemos respetar la obra de nuestros mayores, quienes harto supieron lo que se hacían. Justamente.
El remedio fue enérgico, pero tardío; la determinación de Pepe resultó estéril. Tirso logró, por mediación de la Condesa, que, a más de su sueldo de capellán, le diera la cofradía habitación y luz, prestándose a ello las Hermanas cuando supieron que se trataba del agente encargado de facilitar la adquisición de los terrenos de don Luis de Ágreda.
Clavó sus ojos en ella con expresión de gozo y de sincero afecto, como si hallase a una prenda del corazón a quien no hubiese visto en mucho tiempo, como si Rosa fuera ya un ser que le perteneciese. Esta mirada llegó hasta el fondo del alma de la aldeana. No supieron qué decirse. Por fin, Andrés pronunció algunas palabras incoherentes sobre lo bien que le sentaba el traje de su prima.
Las echó abajo de raíz: echó abajo sus templos, sus observatorios, sus torres de señales, sus casas de vivir, todo lo indio lo quemaron los conquistadores españoles y lo echaron abajo, menos las calzadas, porque no sabían llevar las piedras que supieron traer los indios, y los acueductos, porque les traían el agua de beber.
¡Inquisidor general! murmuró el padre Aliaga ; pues bien, acepto: no supieron lo que hacían cuando me nombraron confesor del rey, y no saben ahora lo que hacen nombrándome inquisidor general. ¡Oh! ¡Margarita! ¡Margarita! Coloreáronse febrilmente las mejillas del fraile, que tomó su manto, se caló la capucha y salió de la celda, siguiendo al gentilhombre.
Palabra del Dia
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