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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Paco, con regular voz de barítono, cantó pedazos de Favorita y de Sonámbula y Joaquín salió por malagueñas, como él decía; en su voz había una tristeza que contrastaba con la alegría que le brillaba en los ojos, clavados en los de Obdulia, quien aquella noche se había propuesto dar el premio de sus favores, no el principal, al género flamenco. Por fortuna Joaquín se conformaba con el accèsit.
Estas son óperas y esta es música. ¡Parece mentira que ustedes se entusiasmen con esa algarabía alemana que sólo sirve para hacer dormir!... A mí me gustan con pasión todas las óperas de Bellini: El Pirata, Sonámbula, I Capuletti e di Montechi; pero sobre todas ellas Los Puritanos... Tengo además razones particulares para que me guste más que ninguna otra, añadió bajando la voz.
Estas son óperas y esta es música. ¡Parece mentira que ustedes se entusiasmen con esa algarabía alemana que sólo sirve para hacer dormir!... A mí me gustan con pasión todas las óperas de Bellini: El Pirata, Sonámbula, I Capuletti e di Montechi; pero sobre todas ellas Los Puritanos... Tengo además razones particulares para que me guste más que ninguna otra, añadió bajando la voz.
La niña parecía haberse levantado por sí misma, como si estuviera sana, tal vez sonámbula...
Torció el gesto Fernando al escucharla decir esto con la mirada perdida en el Océano y una voz monótona de sonámbula. ¡Bonito papel el suyo!... Y saludando irónicamente, anunció que iba a retirarse para que pensase a solas en la próxima entrevista con su esposo.
La vida del cantor de Ligeia, esa extraordinaria mujer, prodigio de carne y maravilla de inteligencia, nos da la impresión de una negra pesadilla, de una taumatúrgica alucinación de opio, por donde vaga la sombra sonámbula de ese triste discípulo de un fatal y desventurado maestro, cuya voz repite ese único y desolado estribillo: «Nunca más.» Los poetas borrachos
Su mujer se reía de la facilidad que tenía para llorar. La música era su pasión más viva. Para él no había placer comparable a escuchar en una delantera del paraíso del teatro Real con su hija Carlota, aficionada también a la música, la Sonámbula o la Norma, o cualquier otra ópera del género dulzón y pegajoso.
A veces creía que se odiaban, a veces que se querían; siempre le parecieron un enigma viviente y trágico, una sima de pasiones pavorosas, a cuyo borde andaba la infeliz todo temerosa y estremecida, con un paso incierto de sonámbula, con una mirada pávida y llorosa, llena de lejana tristeza.
La entrada costaba tres reales, y las noches de estrenos de óperas ó de iluminación, llegaba á una peseta. Los Lombardos debieron gustar bastante al público, pues la ópera se representó, después del día de la inauguración, en cuantas noches hubo espectáculo hasta el 2 de Enero de 1848 y á la citada obra siguieron Sonámbula, Atila, Lucrecia Borgia, Hernani y Favorita.
Esta vez les faltaba la camilla. Los curiosos se apartaron para abrir paso á una extraordinaria novedad. Un carruaje de alquiler iba avanzando por las terrazas, lugar vedado á los vehículos. Lubimoff vió cómo se elevaba la duquesa repentinamente sobre las cabezas del gentío. Acababa de subir al carruaje y se mantuvo de pie en él, con la mirada perdida y un rostro inexpresivo de sonámbula.
Palabra del Dia
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