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Actualizado: 3 de junio de 2025
Nada, al buscar en este cajón unos papeles, me hallé con un revólver que ya no me acordaba que tenía, y lo estaba mirando. Cecilia no creyó palabra. Experimentó desde entonces cierta inquietud que la obligaba a vigilarlo más que antes. Transcurrieron dos meses. El desdichado joven, aunque persistía en la misma vida apartada y sombría, mostraba algunas vagas señales de reverdecimiento.
Y cuando se vió bajo su bóveda sombría la tuvo por el mejor de los salones, alabando la prudencia de sus constructores. El silencio subterráneo fué devolviéndole la sensibilidad auditiva. Escuchó como una tormenta amortiguada por la distancia el cañoneo de los alemanes y el estallido de los proyectiles franceses.
Al través de sus ajimeces se descubren por un lado jardines solitarios, por otro las caladas agujas y la torre de una catedral sombría: nada, absolutamente nada hay en él que pueda distraer la imaginacion del fantasma que ya al entrar se ha concebido.
La hermosa iglesia antigua, con sus pesados dorados, sus altares relucientes y sus magníficas pinturas al fresco, estaba tan en tinieblas, que, al principio, recién entrado de la calle, no pude distinguir nada bien, pero así que mis ojos se fueron acostumbrando a la sombría luz, vi, a unas pocas yardas de donde yo estaba, un rostro que me era familiar, una cara que me hizo quedar con la respiración en suspenso y me llenó de inquietud.
Esta singularidad de carácter, junta a su rara generosidad y a su valor temerario, han acabado por granjearle el cariño de todo el mundo; sólo que nadie puede expresárselo como quisiera, porque Pablo huye de las gentes, pasa los días en una taciturnidad sombría; y a pesar de que padece mucho todavía a causa de sus heridas, a nadie acude para curarse limitándose a pedir a los labradores montañeses o a los aldeanos que pasan, algunas provisiones a cambio del producto de su plantación.
No obstante, aunque su confesión candorosa de que no entendía el mero amor de los espíritus y aunque su fuga a lo interior de la alcoba sombría había sido obra del instinto más inocente, sin prever los resultados, Pepita no se negaba que había pecado después contra Dios, y en este punto no hallaba disculpa.
Bien pronto las llamas corrieron a lo largo del aparejo; los palos, no estando ya sostenidos por las cofas, crujieron y cayeron sobre el puente con un estruendo horrible; por todas partes se veían jarcias incendiadas, y aquel inmenso foco de luz parecía aún más deslumbrante en medio de la noche sombría. Los españoles ya no gritaban...
A estos informes particularísimos de su persona añadió algunos otros que pudieran llamarse de familia. Su padre era un bendito de Dios, y su madre otra que tal, en el fondo, pero algo más áspera y sombría en las formas. El uno y la otra no vivían ya sino por él y para él.
»Aun no le he dicho a usted la causa de la sombría tristeza que noté en mi madre la última vez que recibí su visita en el colegio.
El cielo se había calmado, los amarillos nubarrones habían desaparecido: coloraciones rosadas, y verdes, purísimas, iluminaban el occidente. El Príncipe continuó: El rencor, el odio, la envidia, la concuspicencia, todas las miserias que habían formado mi vida, se me aparecieron por fin bajo su luz sombría.
Palabra del Dia
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