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Y no cuántos más, entre quienes figuraba el dueño de la botica, el invariable don Procopio, jugador desenfrenado, que había convertido aquel templo de Galeno en un santuario de Birján. Solíamos ver allí al P. Solís. Venía de tarde en tarde, a la hora en que había menos tertulios; se leía de cabo a rabo los periódicos, y luego... ¡a charlar con Sarmiento y con Venegas!

Yo, si fuera el Papa, negaba la licencia que habrá que pedirle. Pues qué exclamó D. Fadrique, ¿son ustedes parientes tan cercanos? Don Casimiro Solís es el pariente más cercano que tiene mi padre, contestó Clara.

¡Qué casualidad! continuó Zurita . Cualquiera diría que Solís adivinaba el porvenir... La atención de los tres se sintió atraída por los muchos buques que navegaban en dirección contraria al Goethe. Hasta entonces, el Océano se había mostrado con una soledad majestuosa. Sólo después de varios días asomaba en lontananza la nubecilla de un vapor o la pincelada gris de un velero.

¡Vamos, muchacho... vamos! ¿Qué aguardas? Y Angelina: ¿despertaste a señora Juana para que se quede con Carmen? , señora. Pues vámonos, Rorró, que de aquí a San Antonio ya tenemos que andar. Está lejos, pero allá iremos, repetía que allí hay pisos, y sonajas, y panderos, y música de cuerda que toca sones y piezas alegres, y la misa no es larga.... ¡Cómo que la dice el P. Solís!

De La gitanilla de Madrid, de Solís, que, como indica su título, se refiere á la novela del mismo nombre, de Cervantes, y, además, á un drama antiguo de Montalbán, dice Signorelli, poco afecto á los españoles, como es sabido, lo siguiente: «Esta comedia, traducida al italiano por Celano, es deliciosa en español.

La noble ciudad de Segovia no tenía mancebía continuó Maltrana . A juzgar por un informe de Solís al rey, las mujeres de partido distribuían sus favores en unos corrales de ganado de las afueras, y él solicitó para y sus descendientes el privilegio de poder establecer una mancebía oficial dentro de los muros de la ciudad.

En la Medicina cada dia tenemos motivos de conocer esta fuerza en tantas y tan varias epidemias, como se observan en varios años; y por eso en mis libros Médicos la he procurado establecer, como que su conocimiento es importantísimo para curar las enfermedades. El célebre Ingles MEAD ha compuesto un tratado de imperio Solis & Lunae, donde convence este asunto con admirables pruebas.

De Solís en la prosa cincelada, ímpetus de corcel, dianas homéricas, estrépito de lanzas y tizonas, de broqueles y cascos y rodelas.

En cuanto á inventiva y fuerza de imaginación, y en cuanto á ese estro interior, fuente de la verdadera poesía, son de orden muy inferior los talentos de Solís, y en nuestra opinión casi se le dispensa más honor del que merece al colocarlo en lugar más bajo que á los dramáticos de segundo orden, y acaso al mismo nivel de Guevara y Matos Fragoso.

Después de varios contratiempos, de sufrir la presión de altas temperaturas y terribles tormentas, llegaron el 13 de Diciembre á las costas del Brasil; rebasaron el Cabo de Santa María; recorrieron el misterioso río de Solís, y siguiendo la costa del Sur encontraron una pequeña bahía, á la cual por la gran abundancia de aves acuáticas llamaron de los Patos; en dicha bahía les sorprendió un fuerte temporal, aguantando en fondeadero hasta que aplacados los elementos, pudieron continuar su empresa.