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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Iremos a todas partes y, si me apuras, le mando a Paco o al mismísimo Mesía, el Tenorio, el simpático Tenorio, que te enamoren.
Indudablemente míster Power... Recordó Ojeda que en la noche anterior Maud se había arrancado de sus brazos en el primer momento, corriendo a aquella mesa con el ansia de reparar un olvido. Sin duda fue para ocultar al simpático mister, que otra vez ocupaba el sitio de honor, transcurridas las horas de ingratitud y de pecado.
Su hijo, mi compañero de colegio, me parecía menos temible, y en ciertas ocasiones no tenía miedo de ir con él á todas partes; sin embargo, no podía remediar el error de ver en mi simpático amiguito un sér misterioso, con cierto dominio sobre las fuerzas de la naturaleza.
De aquí saltó la conversación a hablar de Jacinta. ¡Ah! Jacinta era una mujer muy mona: lo tenía todo, bondad, belleza, talento y virtud. El danzante de Juan no merecía tal joya, por ser muy dado a picos pardos. Pero fuera de esto, era un excelente chico, y muy simpático, pero mucho. «Ya sabrá usted dijo luego , que cayó malo con pulmonía en Febrero de este año. Por poco se muere.
Al segundo encuentro, siempre en la avenida de las Palmeras, halló al renacuajo más simpático y distinguido; le miró con interés y se dijo que el primo debía valer un poquito más de lo que en su casa decían. Y Jacinto, aturdidamente, la dió detalles que ella no conocía: Te digo que es un excelente muchacho, el sostén de su padre y de la tía, y trabajador; estudia Derecho.
Yo había notado que no le gustaba volver a su casa de noche, y este descubrimiento, aunque me le hacía más simpático, porque yo misma era muy medrosa, no podía dejarme ninguna ilusión sobre su coraje.
Creo en todas sus maldades porque mi madre me las ha dicho; y creo que Dios, á quien el Comendador es simpático, se las va á perdonar, como yo se las perdono. ¿No es una monstruosidad, no es una aberración este cariño hacia una persona casi desconocida? Yo me condenaba antes por mi inclinación á D. Carlos, á despecho, á escondidas de mi madre.
Gran satisfacción fue para don Víctor Quintanar, que volvía del Casino, encontrar a su mujer conversando alegremente con el simpático y caballeroso don Álvaro, a quien él iba cobrando una afición que, según frase suya, «no solía prodigar». Estoy por decir aseguraba que después de Frígilis, Ripamilán y Vegallana, ya es don Álvaro el vecino a quien más aprecio.
Lucía se enterneció un instante: preguntó con interés por los Ramírez. ¿Es verdad que el señorito se marchaba a París uno de estos días? Un chico feo, pero simpático: cierto día le había oído contar un sucedido con mucha gracia.
Es una herencia del genio árabe, tan dado a los certámenes de la fantasía, a sutilizar conceptos y a mostrar la viveza y gallardía del ingenio. ¿De modo que no quiere usted confesar que le he sido simpático? decía él. Nunca respondía ella. ¡Pero si lo estoy leyendo en sus ojos, criatura! Pues, hijo, hay que mandarle otra vez a la escuela, porque no sabe usted leer.
Palabra del Dia
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