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Actualizado: 7 de junio de 2025


¡La salida! repitieron los contrabandistas con espanto, sin saber de lo que se trataba. ¿Qué salida? preguntó el gitano . Usted está soñando, padre mío, y me temo que sea un mal sueño; porque los aduaneros empiezan a bajar y las balas silban. ¡Oiga!... ¡Pero, Dios mío!

Ni aquí prospera nadie con las letras, ni se cruzan los libros y periódicos en continua batalla; aquí las comedias buenas no se representan sino muy de tarde en tarde, sin otra razón que porque no las hay a menudo, y las malas ni se silban ni se pagan, por miedo de que se lleguen a hacer buenas todos los días.

¡«Mucha gente tronada»!... Toda la que bulle y anda en el ajo de nuestras aventuras; y si hay alguna excepción entre ella, es por un milagro de Dios. Aquí todo el mundo gasta mucho más de lo que puede. Y ¡ay del que se quede rezagado por cansancio, o por deseo de no ser tan mentecato en esta puja de locas disipaciones! Le arrollan..., o le silban, que es peor. Y es natural, ¡qué diablo!

Estas gentes deciden si la comedia es buena ó mala, dependiendo de ellos la fama y consideración de los poetas; llámanse mosqueteros, porque unas veces aplauden y otras silban, ordenados en fila. Algunos ocupan localidades próximas á la escena, que heredaron de sus padres, como mayorazgos, y que no pueden vender ni hipotecar. ¡Tan grande es su pasión por las comedias!

La mansion está preparada como tales huéspedes se merecen; un riquísimo archivo, una inmensa biblioteca, un museo donde se hallan reunidas las mayores maravillas de la naturaleza y del arte; espaciosos jardines adornados con todo linaje de plantas, largas hileras de jaulas donde rugen, braman, aullan, silban, se revuelven, se agitan, todos los animales de Europa, Asia, Africa y América.

1056 Yo del fondo del mar donde los pejes nacieron; yo por que crece el árbol, y por que silban los vientos: cosas que inoran los blancos las sabe este pobre negro. 1057 Yo tiro cuando me tiran; cuando me aflojan, aflojo; no se ha de morir de antojo quien me convide a cantar; para conocer a un cojo lo mejor es verlo andar.

Todos se gritan, se silban, se apostrofan y gesticulan como enemigos encarnizados. Este arroja á la plaza su sombrero en un rapto de entusiasmo, y otro hace remolinear en el viento su cachucha, mientras que los adversarios del ídolo le lanzan cortezas de naranja y vituperios intrascribibles....

Quilito y Jacinto, dos capitalistas con más agujeros en los bolsillos que moneda sonante, no se preocupaban de estas historias; si la guerra es así y la vida es así: el soldado no huye, ni abandona el fusil, porque el compañero cae y las balas silban... Adelante; el camino es corto y el premio a conseguir brillante; ofuscada la mente por la visión de fortunas instantáneas, iban derecho al enemigo, sin temor al fuego ni a la muerte.

Palabra del Dia

rigoleto

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